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La primera vez que oí hablar de don Roberto Mora Salazar fue en una noticia de Canal 7 hace no se cuántos años. Él y un grupo de personas se manifestaron frente a una fábrica de helados que estaba morosa con la Caja. Esa acción convocó a los medios y por primera vez se habló sobre fraudes contra la Caja.

DON ROBERTO

Don Roberto es un señor algo mayor, no mucho me atrevería a decir.  Es de contextura media, alto y desconfiado como buen tico. Vive humilde y decentemente en San José; y se mueve entre la computadora y los organismos del Estado con una facilidad que da vértigo.

Hoy puede reunirse con el Presidente, mañana con un diputado y ese mismo día enviar una de sus famosas denuncias por retención de cuotas obrero patronales de alguna empresa. A la fecha, sus presiones le han valido a la Caja más de ¢3 mil millones de colones en dinero recuperado. Eso sin dejar de mencionar a empresas que se han escapado dejando deudas de miles de millones que la Caja no quiso, no pudo o no supo cobrar, a pesar de las permanentes denuncia de don Roberto Mora. Por eso es conocido como El Cobrador de la Caja.

Lo que motivó a este ciudadano de a pie a lanzarse a la caza de estos evasores fue una experiencia personal. Él tenía un trabajo asalariado y, en dado momento, se da cuenta que durante años le rebajaron la cuota de la seguridad social, pero no se pagaba a la Caja. Así como él, miles de trabajadores han pasado y pasan por la misma experiencia, solo para darse cuenta cuando se van a pensionar.

Lo más grave de esto es que la Caja Costarricense del Seguro Social no tiene la capacidad de cobro. Seamos más claros, renunció a cobrar en tiempo y forma hace muchos años. Las filas que vemos hoy en la Caja son resultado de esa incapacidad de cobrar y gestionar.

Un sistema podrido, oxidado y corrompido que don Roberto Mora ha denunciado hasta el cansancio.

SU TRABAJO

Todas las semanas desde su blog, su Facebook y a través de correo electrónico, don Roberto envía estados de cuenta de empresas deudoras. Pero no son empresas cualquiera. Son de diputados, personalidades y hasta de “empresarios exitosos”.

Qué impacto ha tenido esto en mí que hay lugares donde no compro por las denuncias de don Roberto. Seguro están preocupadísimos de que no vaya, pero es lo que corresponde.

Para lograr poner en evidencia a estas personas don Roberto primero tuvo que vencer a la opacidad del Estado. La Caja se negaba a hacer públicos los datos o se los daba con atrasos proverbiales. Con un recurso de amparo obligó a la Caja a publicar la lista de morosos en tiempo real. Hoy, gracias a don Roberto cualquiera de nosotros puede solicitar información y saber quién está al día y quién no. Hasta los medios de comunicación usan esa herramienta y replican el trabajo del Cobrador de la Caja.

Aunque su trabajo funciona a partir de denuncias, también hace investigaciones por su cuenta. Desde su computadora revisa la lista de deudores de la Caja. Después entra al Registro Público y cruza datos entre personas y sociedades. Eso tiene un costo económico importante que paga él desde su bolsillo. Con los datos verificados envía sus publicaciones explicando claramente cuánto debe cada quién.

Esa tarea la hace con ahínco una sola persona ¿Se imaginan si la hicieran todas las personas que trabajan en la sección de cobros de la Caja? ¿Cuánto dinero habríamos recobrado? ¿Tendríamos la crisis financiera que tenemos? ¡Seguro que no!

EL FISCAL EN SU LABERINTO

Cada denuncia que hace el Cobrador de la Caja va dirigida al Fiscal General de la República. Todas y cada una. De la misma manera, copia a media Administración Pública, y a un grupo de seguidores para mantenernos informados. Sin embargo, ni la Fiscalía, ni la Administración de la Caja tienen la velocidad para actuar ante estas denuncias. ¿Por qué?

Cada quién colabora con don Roberto desde dónde puede. Quienes tenemos algún contacto menor en la Administración Pública hacemos preguntas y medio averiguamos para darle algún dato. Pero lo cierto es que, guste a quien le guste, en este momento nadie entiende mejor la letra de la ley que él. Esto implica que en muchos casos funcionarios públicos se niegan a actuar a derecho aduciendo que lo que se denuncia no es delito.

Si se tienen deudas con la Caja no se puede participar en licitaciones. Hay empresas que usan mamparas legales para evadir ese control. Don Roberto las denuncia como “Grupo de Interés Económico” (son empresas ligadas entre sí y si una no paga las demás están en falta) y por tanto no se les debe comprar. Pero algún genio perdido en un escritorio interpreta que eso no es así.

Para eso se necesita que la Fiscalía empiece a hacer su trabajo de una vez por todas. Cuando se tramiten rápido las denuncias de don Roberto, la dictadura de los escritorios se va a acabar.

Sin embargo, lo más grave de la inacción de la Fiscalía es la causa contra la cúpula administrativa de la Caja por el descalabro financiero durante la administración Arias Sánchez. 5 años después de haberse presentado la denuncia no hay personas procesadas y, por el contrario, sus puestos gozan de buena salud.

De hecho se han ascendido entre sí, siguen manejando sumas cuantiosas y, en algunos casos, su perfil profesional no es el adecuado para el cargo. Entonces cabe preguntarse ¿Por qué demora tanto la Fiscalía?

AMENAZAS

Don Roberto ha sido víctima de todo tipo de amenazas. Las últimas han llegado en forma de indirectas desde organismos del Estado.

Es importante sumar que al Cobrador de la Caja  le han hecho seguimientos y también denuncias penales, ninguna de las cuales ha fructificado. Ha sabido reconocer cuando un dato es inexacto y eso le ha permitido llegar a pactos honorables con personas que se dan por aludidas en sus envíos.

Sin embargo, las posiciones frontales de don Roberto en contra de la cúpula administrativa de la Caja demandan cuidado. El Estado debe estar pendiente de su seguridad. En el caso de esos funcionarios estamos hablando de malos manejos que tienen al borde de la quiebra al Fondo de Pensiones. Ese no es un dato menor.

Estamos hablando de gente que ha mentido sistemáticamente. Y han mentido sobre el 2% del PIB. No es moco de pavo. Esta causa sigue viva en parte por la acción intensa de don Roberto, además de otras personas valientes. Pero ha sido él quien un día sí y otro también procura que no se nos olvide.

Nuevamente, el Estado debe garantizar su seguridad a toda costa y las instituciones públicas empezar a escucharlo con más atención. Es imperioso que lo convoquen los mandos medios para que aprendan dónde están sus errores. Esto porque los Ministros saben bien lo que sucede pero no bajan línea como se debe.

El apoyo que debemos darle a Roberto Mora es grande. Es importante que compartamos sus mensajes que publica en Facebook o en su blog. Visibilizar la verdadera crisis de gestión en la Caja debe ser nuestro objetivo común. Si la Caja quiebra no será responsabilidad de quien ha dado la lucha incansable desde hace años; será nuestra por no haber hecho nada.

Pero también es importante que si él convoca, nosotros asistamos.

Y PARA TERMINAR

Mientras don Roberto rema en en el espeso mar de cajeta que es la lucha contra la burocracia, La Caja ha decidido aumentar la cotización de los trabajadores en un 1% para tratar de frenar la debacle financiera inducida por un grupo de incapaces que no han sido removidos de sus puestos ni siquiera por esta Administración.

Ese 1% es la legitimación de la corrupción. Porque si la Fiscalía hiciera su trabajo, la Junta Directiva de la Caja actuara con firmeza y el Presidente de la República pusiera empeño ese grupo de “expertos” debería estar en un sótano haciendo trabajo con cromos, mientras se audita la verdadera dimensión del desastre que han dejado.

Los números de la Junta Directiva de la Caja no dan. Si el Presidente de la República como máxima autoridad política no interviene ahora, la Caja se la van a haber llevado intereses muy oscuros que en este momento la dirigen.

Saúl Buzeta

Advertencia al visitante: Saúl Buzeta Dhighiam es politólogo de formación, comunicador por deformación y necio por naturaleza. Los dedos de la mano no sirven para contar sus obras pues no tiene, mas acostumbra a escribir a hurtadillas artículos de poca monta que gente incauta (en el mejor de los casos) o sin escrúpulos (en la mayoría de ellos) publica sin compasión por el lector. Considérese entonces amable visitante suficientemente advertido sobre lo inocuo de lo que aquí encontrará.

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