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Al parecer el sábado estaba todo listo para que empezara el fin del mundo con un terremoto marca cañón en Nueva York o en algún lugar importante. Sin embargo, para decepción de los promotores del evento global no sucedió así y, una vez más, seguimos aquí esperando algún gran final.

El tiempo se acaba y las opciones también. Nos queda el cambio del calendario maya en 2012, el asteroide que algún día pegará contra la Tierra matándonos como moscas o la ya profetizada invasión extraterrestre en cualquiera de sus formas cinematográficas.

Amaneció 22 de mayo en todos los husos horarios y no tembló en proporciones bíblicas. Sin embargo, es bueno ensayar algunas razones de porqué no se acabó el mundo el sábado pasado. Cómo dirían los gringos “What went wrong?” o lo que es lo mismo ¿Qué salió mal?

¿QUÉ PUDO HABER PASADO?

Ensayo algunas hipótesis esotéricas que llegan a mi mente tratando de encontrar sentido al fracaso del apocalípsis:

  1. Dios es judío y, por ende, reserva el sábado para la meditación, la introspección y no para el castigo o la destrucción planetaria. (Otras religiones tomar nota)
  2. En realidad este era el principio del fin. La gente debe prepararse para el verdadero final que será en fecha posterior a definir. (tentativamente el 1 de octubre de este año)
  3. Fue una falsa alarma, pero para que la gente deje de pensar en el final y empiece a pensar en que la vida es un continuo. (Esta es muy inteligente para ser cierta)
  4. Dios está poniendo a prueba a quienes tuvieron la revelación. Pronto les premiará con un terremoto que batirá todas las marcas. (Solo que se enterarán de la magnitud y la cifra de víctimas en el cielo)
  5. Falta una semana para la final de la Champions.
  6. Sería un crimen terminar el mundo sin que se haya jugado el mundial de Brasil.
  7. Presumo que antes del final se debe obrar un milagro: ¡Cartago debería salir campeón!

En fin, podría seguir ensayando explicaciones pero creo que ninguna será lo suficientemente contundente como para determinar cuál mecanismo celestial dejó de funcionar. Sin embargo, la pregunta que deberíamos hacernos es porqué carajo vivimos pensando en el final.

PONGÁMONOS SERIOS

¿Será que llevamos una existencia tan podrida que solo pensamos en cómo hacer que termine para nosotros y los demás? ¿Será que vivimos sin esperanza y contagiamos ese desgano hablando de un final que puede ser como no?

Y si viene ese final… ¡Nos morimos! ¡Qué novedad! ¿Será que tenemos una expectativa de vida superior a los 76 años y no lo sabemos?

Ya es hora de dejarse de joder con el final del mundo. Seremos nosotros con nuestras acciones los que decidamos si el mundo termina podrido por la contaminación o lo logramos salvar de nuestros propios actos.

Si cae un meteorito, si los astros se alinean y nos dejan como huevo frito, si Dios se levantó de luna o si los extraterrestres están en drogas y por diversión nos quieren matar; son cosas sobre las que nunca vamos a tener control y, por ende, sobre las que realmente no podemos ni debemos preocuparnos.

Saúl Buzeta

Advertencia al visitante: Saúl Buzeta Dhighiam es politólogo de formación, comunicador por deformación y necio por naturaleza. Los dedos de la mano no sirven para contar sus obras pues no tiene, mas acostumbra a escribir a hurtadillas artículos de poca monta que gente incauta (en el mejor de los casos) o sin escrúpulos (en la mayoría de ellos) publica sin compasión por el lector. Considérese entonces amable visitante suficientemente advertido sobre lo inocuo de lo que aquí encontrará.

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