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El 4 de febrero de 2018 la volvimos a embarrar: atomizamos el voto y no le dimos un mandato claro a ningún candidato para gobernar. Aceptemos que es tradición, pero la gobernabilidad del país se complicó aún más.

Sin importar quién gane la segunda vuelta la magnitud de los problemas nacionales impone la negociación y mucha inteligencia emocional. Sin embargo, la recién electa Asamblea Legislativa quedó como el redondel de Zapote: llena de improvisados.

Gobernar Costa Rica en los próximos cuatro años será como arrear gatos con un pito.

Las minorías legislativas

Liberación Nacional será la primera minoría con 17 diputados. Después de la derrota del 5 de febrero, debe buscar liderazgos legítimos. La presencia de diputados de distintas facciones del partido demanda que construyan un consenso interno para dar gobernabilidad.

Le sigue Restauración Nacional con 14 diputados. Su nivel es realmente bajo debido a que la gran mayoría son relleno de lista porque no esperaban este resultado. Sin embargo, serán una fracción disciplinada y seguirán la línea que se les baje. El problema vendrá cuando tengan que negociar si son oposición. Si el ahora ausente Movimiento Libertario fue siempre una piedra en el zapato, a partir de mayo tendremos a la Piedra de Aserrí en los riñones.

La tercera minoría es el PAC. Una vez más su electorado le partió el voto. Parece que esas aventuras pequeño burguesas de experimentar con partidos emergentes no termina de darle a ese partido una fracción robusta. Ni qué decir de los antecedentes que hacen parecer al feudalismo como el modelo a seguir de sus diputados. Si son gobierno deberán tener la disciplina que nunca han tenido.

La Unidad Social Cristiana llega con una fracción variopinta y con huecos intelectuales que llaman a pensar si realmente habían pensado en la posibilidad de ser gobierno. Tienen un discurso similar al triste precedente de la fracción actual cuya nota más alta fue el punto más bajo de la política nacional (Rosibel Ramos). Sumémosle la salida de Piza del escenario político y esa fracción quedó a la buena de Dios. Ojalá que don Rafa Ortiz recoja el guante.

Amén de la entrada del PIN con 4 diputados que no se sabe bien a quién responderán y a los dos diputados de Rafael Ángel Calderón, queda el Frente Amplio íngrimo con un diputado de experiencia.

Un acuerdo de mínimos para gobernar

El próximo gobierno, sin importar del signo que sea, tendrá que tejer sus alianzas dentro y fuera de la Asamblea Legislativa. En la Asamblea porque es donde se da la discusión política, pero fuera de ella para lubricar acuerdos que tocan intereses. No puede haber arreglo del empleo público sin la participación de los sindicatos, igualmente en impuestos sin el consenso de los empresarios.

La urgencia de un acuerdo de mínimos para gobernar demanda conceder. Insistir en la apertura de la electricidad y de los combustibles complicará tanto como querer exorcizar al MEP. Sin embargo, se impone la transparencia en los costos eléctricos y la regulación necesaria para la autogeneración y venta de sobrantes al sistema eléctrico nacional. Este último punto es importante porque la mayoría de la generación propia no es energía firme y debe ser limpia.

Chantajear al próximo gobierno con dos aperturas que no bajarán costos es absurdo. Se necesita consensuar una política energética nacional que de seguridad, transparencia y competitividad, sin sacrificar la rentabilidad estatal.

De la misma manera apegarse a dogmas en infraestructura no ayuda. Que haya apertura a las alianzas público privadas no debe ser carta blanca para sobrecostos.

La planilla estatal debe cambiar en muchos sentidos. En la actualidad hay personas robándole al Estado a través de proveedurías o viáticos no devengables. Tampoco podemos tener salarios de mandos medios superiores a los de un ministro.

El Movimiento Libertario dejó planteada una reforma al Servicio Civil que debe ser estudiada, al igual que el salario único que use como referencia el pago al o la Presidente para todo el sector público (incluyendo los tres poderes y ciertas autonomías no comerciales).

La unidad nacional

La unidad nacional, no pasa necesariamente por un gabinete compartido. Si en la actualidad los gabinetes son complejos, ni qué pensar de uno “pluralista” que funcione como feudos partidarios. Esa unidad debe partir de un acuerdo amplio en el marco del congreso.

La próxima administración será tan débil o tan fuerte como la capacidad de la Asamblea de llegar a acuerdos. Ni la invocación a Dios o a la tolerancia harán el milagro. Este es un tema de voluntades y compromisos que deben manifestarse frente a la sociedad.

Quien no esté dispuesto a ceder que no se meta a jugar porque lo que viene es una discusión de adultos. Aquí debe haber concesiones en aras de un bien superior. Y sí, también habrá que sacrificar el bien superior propio construyendo uno colectivo y políticamente viable.

Hablar de ganadores y perdedores luego de la forma en que se distribuyeron los votos es imprudente. “La gente” no votó a favor de alguien en concreto porque si se invierten los números el 75% no votó por Restauración Nacional, como no lo hizo el 78% por el PAC.

Quien gobierne lo hará en minoría y deberá construir una mayoría todos los días. Nos queda de lección para dentro de cuatro años.

 

Saúl Buzeta

Advertencia al visitante: Saúl Buzeta Dhighiam es politólogo de formación, comunicador por deformación y necio por naturaleza. Los dedos de la mano no sirven para contar sus obras pues no tiene, mas acostumbra a escribir a hurtadillas artículos de poca monta que gente incauta (en el mejor de los casos) o sin escrúpulos (en la mayoría de ellos) publica sin compasión por el lector. Considérese entonces amable visitante suficientemente advertido sobre lo inocuo de lo que aquí encontrará.

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