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Trabajar en creatividad puede ser una tarea dura y demandante. Originalidad, efectividad, impacto, costos controlados y, como si fuera poco, en el menor tiempo posible. Sucumbir ante esa presión es fácil. Por eso, luego de una larga reflexión, me decidí a ayudar humildemente a quienes vagan por el desierto de las ideas.

Esa sensación de la mente en blanco es asfixiante. Hemos hecho miles de asociaciones, buscado sinónimos, metáforas y hasta un brain storming. Y, sin embargo, la idea se niega a nacer. El estreñimiento creativo todo lo impide. No comemos bien pensando en que llega la hora de entrega, tampoco vamos al baño como se debe temiendo que ahí se vaya la idea. Sin embargo, no estamos solos. Siempre a nuestro lado habrá alguien compungido por razones similares. La alegría de crear, la felicidad de sacar a pasear el ego después de un parto creativo se posterga mejor en grupo.

No todo está perdido

Cuando parece que las ideas se han acabado en el mundo están las viejas fórmulas que nunca fallan. Si en cada barrio de este país hay una soda llamada Las Delicias, debe haber una fórmula creativa escondida en el inconsciente colectivo esperando salir. Aquí algunas claves.

Dígase a usted mismo: “Hoy me siento urbano”. Así es, no hay como darle un aire cosmopolita al producto. Que se sienta “orgánico”, salido de las entrañas del asfalto. Allí donde crece el cemento de forma silvestre, nuestra creatividad encuentra la inspiración necesaria para urbanizar todo aquello que se ubique entre Lindora y Curridabat con parada obligatoria en Escalante.

Sirve para “Lugar Urbano”, “Urban Truck Food” y hasta para slogans como “Urban feeling”. Es trendy, hipster y viene en combo con tipografías y gráficas que se consiguen gratis en Internet.

Pero lo urbano tiene su dialéctica en lo “artesanal”. Cualquier ventana urbana que venda poquitos es artesanal.  Aunque existen máquinas expendedoras de helados artesanales, en realidad son más urbanas. Lo artesanal tiene textura de madera, pizarrón y tiza. Es simple, pero sofisticado a la vez. Es algo así como vender un gallo de salchichón de paquete envuelto en tortirricas, pero con grasa artesanal.

Hoy por hoy es tan artesanal la comida de perro con una calca bien fashion, como un collar hecho a mano. Lo artesanal es tan amplio como un kilo de chicle estirado. También es “orgánico”, “natural”. Es fashion, trendy y hipster (si el negocio artesanal es barbería). Como puede verse todo está inventado. No hay que cranear.

Creatividad mundialista

La creatividad en los tiempos del fútbol es todo un reto. Sin embargo, no hay nada que no se resuelva con un anuncio narrado como si fuera un partido. Aplica para tele y para radio, porque convengamos que a nadie le importa adaptar el anuncio. Entonces buscamos una voz muy grave, la ponemos a leer rápido la escena que termina en gol, nombre de producto o en “y se lo lleva a precio de ganga”. Nunca falla. Importante es que en segundo plano se escuche el ambiente de estadio y ojalá “música futbolera”. Esto último, no es problema nuestro. Que resuelva el mae del estudio.

El mundial necesita una gráfica y un idioma. Como hace cuatro años en Brasil los colores de todos los productos eran amarillos, verdes y/o azules; hoy nuestro instinto creativo nos dice que tenemos que tener el color rojo por todo lado y usar caracteres cirílicos allí donde se pudiere. Se trata de crear un feeling sutil que nos recuerde a Rusia en todo momento. Es indispensable usar cúpulas similares a la catedral de San Basilio para terminar de cerrar la ambientación. recurrir a la estética soviética, aunque es una falta de respeto, sin duda es un plus.

Por supuesto el rojo no es monopolio ruso. El rojo es de la #sele, por eso siempre debe haber una mención al mundial, a Costa Rica, a la esperanza, a la épica y a sentirse costarricense comprando el producto x.

Finalmente el premio. Todo anuncio mundialista debe ir acompañado de una súper oferta y de un premio. Si no podemos dar el pasaje a Rusia, entonces el palco mundialista con sillón y tele incluidos son obligatorios. Presupuestos más bajos pueden recurrir solo a la pantalla, una camiseta roja cualunque o bien usar la creatividad para regalar una cena mundialista en alguna parte. Obligatorio asociarlo al día del padre.

La Creatividadería y el CreArte

Como si se tratara de una pescadería o una carnicería, hoy pululan los negocios como la choricería (cemento chino). Por ejemplo, si nos tocara bautizar a una carcel, la “carcelería” es una obligación. Claramente habla de especialización, carácter único, distintivo y, sobre todo, creativo.

¿Para qué caer en lugares comunes como “Soda Las Delicias”, pudiendo ser original y llamarse “La Deliciosería”? ¿La Empanadería está tomada? ¡No se diga más! La Panochería es la alternativa urbana y artesanal. Con esta combinación de “ría” + urbano + artesanal no hay pierde.

Ahora bien, si todo lo anterior falla queda el “arte.” Agregar la palabra arte a aquello que se hace le da un aire de cuidado, esmero, originalidad y, sobre todo, de comunicación directa con la audiencia. Por ejemplo, si tenemos un cementerio: EnterrArte es la forma de comunicar cuál es el giro de nuestro negocio, pero a la vez le decimos a la gente que les enterramos a ellos ¿Entienden? “Arte” es para decir a vos. Seguro que no lo habían pensado.

Y esto da para todo. ¿Academia de baile? ¡BailArte! ¿Fábrica de hielo? ¡HelArte!. Es más esa última puede ser “HelArte de hacer hielo”. Así con falta de ortografía y todo. Y aquí podríamos extendernos infinitamente con MasajeArte, LiberArte (abogados), AlocArte (eventos) y así por el estilo.

Entonces, ¡pare de sufrir! Repase estos simples pasos y dedíquese a crear fácil, rápido y original.

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Saúl Buzeta

Advertencia al visitante: Saúl Buzeta Dhighiam es politólogo de formación, comunicador por deformación y necio por naturaleza. Los dedos de la mano no sirven para contar sus obras pues no tiene, mas acostumbra a escribir a hurtadillas artículos de poca monta que gente incauta (en el mejor de los casos) o sin escrúpulos (en la mayoría de ellos) publica sin compasión por el lector. Considérese entonces amable visitante suficientemente advertido sobre lo inocuo de lo que aquí encontrará.

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