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Hoy me levanté pensando en ser “Nosotros” y en la responsabilidad que eso implica. Me desperté sintiendo cómo nuestra genialidad hace que este mundo siga girando y sentí vértigo.

Abrí los ojos y me di cuenta de cuán importante es nuestra razón de ser. Siempre asombrando con nuestro pensamiento visionario y nuestra palabra conmovedora a un planeta que de otra manera habría caído en las manos de oscuras como las de La Fuerza, sin ir más lejos.

Ni qué decir de nuestras “geniales” ideas: son un regalo para la humanidad. Eso sí, son nuestras ideas las que son buenas, las de los otros necesitan encandilarnos para ser legítimamente buenas. Y cuidado porque no cualquier cosa asombra a quienes lo hemos visto todo.

No tenemos problemas de ego porque goza de muy buena salud. Quizás el problema lo tengan quienes no nos entienden. Pero eso es problema de ellos. Nosotros somos unos incomprendidos que nos hemos asumido como tales.

Mientras me incorporaba sentí lástima por el desconocimiento, desprecio y a la ignorancia de aquel que nada sabe y aún así nos juzga. Personas que creen “nos fumamos algo” para tener ideas. Es su única explicación frente lo que es natural para nosotros. Las ideas fluyen en nosotros como la sangre por las venas de los otros. Las sinapsis son cosa de cada segundo, una explosión de luz a cada instante.

Nos envidian y mucho porque tenemos la libertad que otros no podrían manejar. Odian vernos vestidos de forma casual, original y trendy cuando ellos deben vestirse de reunión. Sufren aún más porque su trabajo y sus vidas son mundos aparte; mientras nosotros vivimos en sincronía.

La perfección nos persigue allá donde vayamos: siempre analizando, siempre evaluando y añorando lo que pudo ser y no fue… porque no estaba en nuestras manos.

NOSOTROS SOMOS ORIGINALES

Para nosotros es difícil vestirnos. Encontrar la camiseta que nadie tiene pero que todos envidiarán por ser original, agota. Conseguir un saco que vaya con un jeans caro pero que se vea casual obliga a viajar para comprar. ¿Zapatos? Es mejor no gastar suela en esos temas.

Regalar es una tarea simbólica. Un regalo lo da cualquiera, pero algo que te conmueva como un comercial de 30 segundos, solo nosotros. Nosotros hacemos un insight para regalar algo que te emocione con su originalidad y te va a haga preguntarte cómo se nos ocurrió y dónde lo conseguimos. ESE, es el propósito del regalo.

Comunicar nuestros sentimientos requiere de hipérboles y combinaciones creativas de palabras.  Somos intensidad pura, deseos magnificados y emociones elevadas a la N (de nosotros). Por eso, decimos “¡Qué buen ride!” con un sentimiento muy intenso cuando algo verdaderamente nos asombra. O vamos más allá y podemos regalar un: “¿A qué planeta fuiste a traer esa idea?” cuando alguien  verdaderamente se lo merece.

La continua tarea de asombrar a los demás requiere criterio, sentido de la oportunidad y dominio de las emociones. Tenemos la gracia, el ingenio y la simpatía para hacer de lo ilógico algo tan irónico que conmueve a mentes complejas como las nuestras o simples como las de los demás. Y eso vale la pena porque mantiene al mundo funcionando.

Nuestro niño interior está afuera. Pasea libremente viendo películas de animados, coleccionando juguetes de la Guerra de las Galaxias y jugando PlayStation con amigos con la misma naturalidad que nos tomamos un Jagger.

Ni qué decir de nuestros viajes a Amsterdam, Buenos Aires y Cannes; cuando no a Hong Kong o algún destino tan exótico e insospechado que solo puede reforzar esa imagen de persona de mundo que somos.

ES DURO SER NOSOTROS

Ser nosotros viene con una gran dosis de responsabilidad, igual la del Hombre Araña. Mirar a los otros desde arriba en su sencillez duele tanto como enternece. Se requiere disciplina y la humildad suficiente para juzgar con prepotencia sin expresarlo para no lastimar.

Nutrimos nuestro saber de las demás personas, robándoles sus expresiones cotidianas y volviéndolas un chiste. Eso es genial, porque lo hacemos nosotros y se escucha divertido. No es lo mismo escuchar a un pachuco decir: “Jodás”; a que lo digamos nosotros como: “Joásh” en medio de una reunión, salido de la nada, vestidos como nosotros, peinados con nuestro estilo, con nuestra pose de imitadores y usando nuestros anteojos.

Obviamente no es lo mismo: nosotros hacemos gracia porque caricaturizamos al otro, irrumpimos con la sencillez ajena convertida en nuestra sofisticación simbólica. Somos lo máximo.

Pero duele que para lo que nosotros es obvio y lógico, para otros sea una tarea titánica de comprensión.  Mientras regalamos soluciones geniales a problemas ordinarios, otros siempre piensan en cómo SU realidad les impide ejecutarlas. Vivir aprendiendo a superar esa frustración nos acerca a la condición humana… y eso es doblemente frustrante.

De ahí que a veces reaccionemos tan airadamente cuando no se comprende el potencial de lo damos. Nos enoja que pierdan oportunidades, no que rechacen nuestras ideas. Reaccionamos ante el argumento técnico que no puede aceptar la brillantez de lo creativo.

Por eso es tan duro ser nosotros.

Saúl Buzeta

Advertencia al visitante: Saúl Buzeta Dhighiam es politólogo de formación, comunicador por deformación y necio por naturaleza. Los dedos de la mano no sirven para contar sus obras pues no tiene, mas acostumbra a escribir a hurtadillas artículos de poca monta que gente incauta (en el mejor de los casos) o sin escrúpulos (en la mayoría de ellos) publica sin compasión por el lector. Considérese entonces amable visitante suficientemente advertido sobre lo inocuo de lo que aquí encontrará.

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