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El fenómeno de desinformación de nuestros tiempos son las noticias falsas. Sin embargo, son tan antiguas como los chismes de palacio o las acusaciones por brujería de la Edad Media. El objetivo es presentar un hecho falso como cierto para crear miedo, odio o duda sobre algo o alguien. Se trata de apelar a lo más irracional del cerebro humano: el cerebro reptiliano, allí donde residen los instintos.

La evolución de la intriga

Desde siempre las luchas por le poder se basaron en desinformar. Cualquier enemigo, interno o externo, siempre fue víctima del engaño y de la infamia. A lo largo de la historia las noticias falsas mutaron hasta convertirse en operaciones de prensa para deslegitimar gobiernos o candidatos. Solo se necesita tergiversar un dato y hacerlo parecer verdad. Entonces el escenario está listo para ensuciar, promover una ideología, crear un enemigo o inestabilidad; disparando la reacción por encima de la razón.

El encubrimiento cómplice de los medios argentinos durante la dictadura o el sabotaje informativo durante el Chile de Allende son algunos ejemplos. Pero más recientemente, durante la Primavera Árabe las acusaciones sobre el rol que jugó Estados Unidos difundiendo contenido falso en las redes sociales es todavía objeto de análisis. Igualmente, la presumible intervención rusa en las elecciones norteamericanas, francesas y catalanas a través de este mecanismo se está viendo con preocupación.

En una era en la que la información vuela a la velocidad de un click, enojar a la población es tarea sencilla. El rol fundamental de las noticias falsas es es: crispar a la gente frente a un presunto enemigo.

Indicios de noticias falsas

Estos son algunos rasgos básicos.

  1. Título impactante. En menos de siete palabras nos mueven hasta el tuétano. Apela a la emoción, procura indignar, conmover. Tiende a ser algo increíble y fuera de lo normal pero con un personaje, lugar o situación real.
  2. Hechos inventados. Normalmente hay un elemento existente: un país, un gobernante, una situación de dominio público, una causa con la que todas las personas se identifican. Lo que aterra no es la noticia en sí misma, es la posibilidad de que sea cierta. La mentira asusta y el miedo moviliza el instinto de defensa. Así, las noticias falsas tienen como eje asustar con la pérdida de lo material, la familia, los afectos, las creencias propias o el país mismo. Por eso se comparten alegremente, porque se quiere “advertir” a otros de un peligro inminente.
  3. Entre más increíble, mejor. Las noticias falsas rayan en lo fantástico haciendo alusión a pruebas que nadie va a buscar. Es decir, se puede afirmar que el New York Times dice que se viene una epidemia de hongos en la piel que inició en Hong Kong que nadie va a revisar si es cierto. Lo mismo se puede decir de que el veganismo da cáncer o cualquier otra sandez. El tema es crear una amenaza.
  4. Ayúdeme con mis prejuicios. No hay nada más efectivo que reforzar los prejuicios de las personas. Si la gente cree que los políticos son corruptos con un meme en el que salga la foto de un presidente, algún papel sellado, una imagen que indigne; y un texto que sugiera la culpabilidad tenemos suficiente para condenar a la persona… sin ir a tribunales.
  5. La fuente. Puede ser un meme que circula en Facebook desde una página llamada “odio a los corruptos”. También puede ser desde un sitio llamado Noticias de (Agregue lo que quiera) para darle autoridad. El tema es que la fuente debe parecer seria o bien apelar a las emociones como “indignados” por algo.
Siempre dudemos

Al mejor mono se le cae el zapote. Un medio tradicional se puede ir en todas o puede ser parte de una operación de prensa.  De ahí lo importante de dudar sobre el contenido de todo lo que leemos y vemos. No solo los medios falsos responden a agendas ocultas, los medios tradicionales también responden a intereses.

En Costa Rica muchos medios han caído en el facilismo del titular incendiario. Leemos un titular, no chequeamos el contenido y simplemente lo reproducimos. Al final resulta que el titular era “mucho rín rín y nada de helados” y nosotros amplificamos una mentira. Por eso es muy importante leer toda la nota antes de compartirla. Sumémonos al movimiento “Slow reading” que acabo de inventar.

Nuestra responsabilidad

Hoy día, las personas tenemos mayor capacidad de difusión de lo que pensamos y creemos que hace 10 o 20 años. Las redes sociales como Facebook, Twitter o WhatsApp permiten amplificar lo que pensamos. Sea esto pensamiento propio o simplemente una repetición de estereotipos. De ahí que tenemos que ser responsables antes de compartir una noticia.

  1. Dudemos de lo que leemos. ¿Es cierto? ¿Puede ser que eso que se ve tan “culpable” tenga otra cara de la moneda? ¿Puede haber alguien manipulando el contenido de la noticia.
  2. Revisemos la fecha. Muchas veces circulan noticias de hace 1, 2 o 5 años como si fueran noticia de hoy. Lo peligroso con esto es que podemos volver a acusar a alguien cuyo nombre ya fue limpiado. Ni qué decir de enojar innecesariamente al vecindario digital.
  3. ¿Qué tipo de medio es? Sepamos distinguir las grandes cadenas internacionales, los medios locales y organizaciones sin fines de lucro. Entre más “original” y “menos formal” sea el nombre del medio, sospechemos con mayor intensidad.
  4. Revisemos las direcciones. Muchos de las noticias falsas vienen de sitios que se hacen pasar por medios de renombre. Otras vienen directamente de páginas de Facebook cuyos nombres son eslóganes, antes que portales informativos.
  5. Seamos detectives. Si la noticia es demasiado buena para ser cierta, revisemos los datos que le dan validez. Por ejemplo, si dice que hay una confabulación mundial para acabar con los bebés, es muy posible que encontremos el mismo argumento en 11 mil páginas de desinformación. Pero si buscamos el dato en páginas serias y reconocidas empezaremos a notar que se trata de una realidad inventada por alguien.
  6. Si la noticia es falsa, hay que borrarla. Muchas veces nos vamos de buenas a primeras reposteando una noticia falsa o antigua. Si alguien nos hace ver que cometimos el error, borremos inmediatamente el contenido. Si la dejamos y otras personas la leen, simplemente estaremos amplificando una mentira.
  7. Lo más importante. No hay que leer solo el titular. Muchas veces el contenido de la noticia contradice el titular y eso pasa sobre todo con los medios en los que más confiamos.

Ojalá haya sido de ayuda.

 

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Saúl Buzeta

Advertencia al visitante: Saúl Buzeta Dhighiam es politólogo de formación, comunicador por deformación y necio por naturaleza. Los dedos de la mano no sirven para contar sus obras pues no tiene, mas acostumbra a escribir a hurtadillas artículos de poca monta que gente incauta (en el mejor de los casos) o sin escrúpulos (en la mayoría de ellos) publica sin compasión por el lector. Considérese entonces amable visitante suficientemente advertido sobre lo inocuo de lo que aquí encontrará.

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