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La marcha del Primero de Mayo es una obligación que tiene cada trabajador consigo mismo. Habrá quien diga que el Día del Trabajador se celebra trabajando, pero no es de recibo. Es un día para manifestarse. No necesariamente en contra de alguien o de algo (que siempre lo habrá) sino para demostrar conciencia de clase. Es una manifestación de la identidad del trabajador o trabajadora.

En fin, el asunto es que había faltado a mi deber durante muchos años y no quise agregar otra ausencia. Conscientemente me sustraje de la idea del feriado, los fervores legislativos y me preparé para marchar. Luego del respectivo baño en bloqueador y de vestirme para la ocasión (camiseta fresca, zapatos cómodos y gorra) puse rumbo a San José.

Los buses estaban escasos, por lo que tocó caminar largo hasta la terminal. El transporte no tardó en salir. No éramos más de 6 y supongo que el único que iba a la marcha era el suscrito. En fin, el autobús llegó en tiempo récord al centro de San José. Se abren las puertas, se pasa rápido por las barras para no fregar al chofer y se le agradece por un buen viaje.

La Avenida Central tiene poca gente. El trayecto hacia Merced es con aire fresco, mucho sol y persianas bajas en los comercios. San José luce descuidado, algo triste. Ya no es el lugar que atraía a todo el mundo, quizás por eso no es tan rentable maquillar los edificios. Llego a la esquina de Monumental (güilas preguntar a sus padres) donde el bullicio no es el de siempre, ahora se escuchan los parlantes a lo lejos. Cien metros más, en el Banco Negro doblo a la derecha y ya estoy en Avenida Segunda. Hacía ratos que no la caminaba tanto, básicamente porque siempre me sentí inseguro en ella. Vaya uno a saber porqué.

El tráfico es inexistente y al fondo ya se ven a los y las marchantes. Se asoman los colores. Mientras me acerco aumenta el ruido, la algarabía, la sonrisa y el calor. De repente estoy en medio de gente organizada con camisetas, carteles y banderas. Parece que soy el único solitario. Camino entre la multitud como chiquito sin mama mientras veo las muestras de creatividad individual.

Y, la verdad sea dicha, para ser Primero de Mayo éramos un montón: calculo que arriba de cinco mil. La gente se mueve de un lado para el otro, como toro en tranca antes de salir a la corrida, solo esperan que alguien diga “Puertaaaaaa”.

La marcha

Si uno no es tico, no entiende qué está pasando. Las columnas de los sindicatos, partidos de izquierda y movimientos sociales, se mezclan con una comparsa y una banda. Las últimas tienen una calidad artística increíble y compiten de tú a tú con “El Pueblo Unido Jamás Será Vencido”.

Citados a las 9:00, arrancamos puntuales a las 10:00 como buenos ticos. Las columnas van acompañadas de su respectiva tumbacocos y caminan a lo ancho de la avenida. la pobreza discursiva se asoma desde el inicio, pero es lo que hay.

La marcha era encabezada por los sindicatos y seguida por los partidos de izquierda. Azul para Ande; Naranja para Apse; rojo para socialistas, comunistas y trostkistas; morado para las feministas y amarillo para el Frente Amplio. Dos colores más y éramos el arco iris.

Avanzamos a paso veloz, al tiempo que padecemos el horror vaqui sonoro. Música y locutores a todo volumen aplastando la voz de la gente, por aquello de que no respondan a las consignas. Los transeúntes se paran en la acera a tomar fotos con el celular. La cara de los gringos es impagable. No entienden qué pasa, pero la comparsa los maravilla. Otros se quedan en sus puestos de trabajo porque no pueden y aún si tuvieran el día libre no van a participar. Sin embargo, como me lo confesaron, se sentían representados por quienes marchaban. Algo muy del tico: que otros den las luchas por mí.

Llegamos al Parque Central, alto frente al Monumento del Trabajador. Se interpreta el Himno Nacional con la versión cantada. El volumen es tan alto que no se puede escuchar a la asistencia participar. Al lado mío un tipo interpreta el himno comiéndose un copo. Mientras chupa por la pajilla el sirope con Pinito, la cuchara deshace el hielo a ritmo patrio.

El camino sigue hacia la Asamblea Legislativa. Frente al Ministerio de Hacienda se baja la velocidad y se desarrolla un monólogo contra el ausente Ministro del ramo. El cielo da tregua con las nubes y se refresca el ambiente.

En medio de las diatribas el “motivador” logra hilar dos ideas: El aumento de impuestos debe ser discutido en una mesa de diálogo incluyendo las propuestas sindicales. Además, que no se debe obviar la marcha del 25 de abril, ninguneada por los medios, pero que tuvo una asistencia importante. Que conste que yo estoy a favor del IVA aunque creo que se puede aplicar a todo de forma más inteligente, pero ese es enano de otro cuento.

 

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El Primero de Mayo demanda estatura intelectual

500 metros después llegamos al costado sur de la Asamblea Legislativa. Nadie salió a recibirnos, excepto una ordenada fila de antimotines que al vernos se pusieron los cascos. La gente que llega queda “prensada” subiendo Cuesta de Moras. Así que una parte del acto fue presenciada por un grupo y otra pues como que no vio nada.

Y empiezan los discursos. Se llama por altoparlante a una larga lista de oradores. Ninguno de ellos dijo algo que valiera la pena. Nada. Amenazas, descalificaciones y un sinfín de palabras gastadas; pero ni una propuesta. Seguro que los sindicatos tienen ideas inteligentes para combatir el déficit fiscal. Pero ¿Dónde están? Tenían a la prensa ahí, había muchas personas escuchando indirectamente en la calle. Pero te quedo mal, hoy hay feriado de ideas.

Es Primero de Mayo, Día del Trabajador, y no hay un discurso coherente, bien hilado, con claridad política. Además de la amenaza de una huelga nacional sino hay diálogo fiscal no hubo nada concreto. A esta altura del siglo XXI, que los sindicatos públicos solo puedan negociar con huelgas preocupa.

Con estrategias de comunicación basadas en la tecnología, extraña que no hayan logrado hacer de conocimiento público sus propuestas. Los tiempos demandan más creatividad a la hora de influir en la agenda. Pero no. Mejor seguir a la antigua y subir a 10 oradores a decir lo mismo ¿Aporta algo?

Una agenda acotada a las reivindicaciones del sector público con menciones tangenciales a lo que se vive en el sector privado no alcanza para aglutinar a la opinión púbica. ¿Las agresiones contra las mujeres? ¿La seguridad? ¿El tema ambiental? No. No se podía porque de la cerrada visión gremial cuesta salir.

Marcharse

Cansado por el ruido de las palabras y del volumen me retiré. Caminé cuesta arriba hacia la California en donde la policía tenía un desvío. Mientras me alejaba los gritos de los discursos perdían importancia y lo cotidiano subía el suyo. Lejos de llevarme alegría, la marcha me cargó de preocupación por un liderazgo popular que confunde realidad con realidad gremial. Es cierto que tiene una sensibilidad mayor que la que muchos podemos tener para con nuestros semejantes; pero no alcanza.

Vivir en una burbuja de seguridad burocrática no le da más claridad intelectual a nadie. Tampoco plantear las luchas laborales como si estuviéramos atrapados en los ochenta.

 

 

Saúl Buzeta

Advertencia al visitante: Saúl Buzeta Dhighiam es politólogo de formación, comunicador por deformación y necio por naturaleza. Los dedos de la mano no sirven para contar sus obras pues no tiene, mas acostumbra a escribir a hurtadillas artículos de poca monta que gente incauta (en el mejor de los casos) o sin escrúpulos (en la mayoría de ellos) publica sin compasión por el lector. Considérese entonces amable visitante suficientemente advertido sobre lo inocuo de lo que aquí encontrará.

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