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Un error común que cometemos como electores es escoger a un candidato/a para desfavorecer a otro. Votamos por la posibilidad que el “mal menor” le gane a un “mal mayor”. Es una decisión producto del miedo, de una reflexión pobre y del cálculo de muy corto plazo.

Cuando se vota en contra de un candidato se entra en un plebiscito: se vota a favor o en contra de este. Es decir, es el factor excluyente, es de lo que se habla en la elección. Ese es el verdadero error, permitir que lo que no queremos sea sobre lo que tenemos que elegir. Una elección a presidente es en primera instancia sobre lo que queremos, luego sobre lo que no queremos.

Hace unos días hablamos de definir por qué vamos a votar. Tener claro qué quiero para mí, mi familia, mi comunidad y mi país (sí, muchos “mis” que integran a una sociedad) es lo que hace la diferencia entre un voto pensado y un voto reactivo.

Trump, Macri y otras elecciones desafortunadas

En 1994 Costa Rica eligió a José María Figueres como presidente. De su gobierno nos quedan los Ebais y la llegada de Intel. Pero también carreteras destrozadas por su decisión de cerrar el ferrocarril, las condiciones extrañas que llevaron a la quiebra al Banco Anglo, la consecuente ruptura del monopolio estatal sobre los depósitos de cuenta corriente y las dudas (no menores) que hay sobre su rol en la relación entre Alcatel y el ICE.

La elección de don José María fue una de esas elecciones excluyentes. Desde el inicio se lo cuestionó sobre el caso Chemise e inclusive durante la campaña hubo un juicio sobre el tema cuya frase más célebre fue: “No recuerdo, Señor juez.” Su abogado penal fue Juan Diego Castro quien acuso a los hermanos Romero por la publicación de un libro en el que se acusaba al expresidente de haber ajusticiado a un vendedor de drogas apodado “Chemise” en Cinchona.

El tribunal determinó que el libro no contenía la verdad y Figueres salió legalmente librado del caso. Sin embargo, la campaña fue entre escoger a un asesino o no. El resultado es que Figueres le ganó a Miguel Ángel Rodríguez porque en toda la elección se debatió sobre el carácter de don José María y muy poco sobre don Miguel Ángel.

Lo mismo sucedió con Trump. Toda la campaña norteamericana giró en torno a sus exhabruptos, su misoginia, sus tweets y su incapacidad comprobada para manejar sus emociones. Hoy es el presidente de Estados Unidos y vacila sobre usar armas nucleares.

Hace dos años en Argentina sucedió un fenómeno inverso. La ansiedad de cambio fogoneada por los medios de comunicación dio como resultado la elección de Mauricio Macri. Mintió compulsivamente durante toda la campaña y hoy tiene al país a las puertas de una crisis sin precedentes.

VOTAR EN POSITIVO

Después de hacer el análisis de nuestros intereses, es importante saber cuál candidato/a se acerca más a nuestras posiciones. Para ello es necesario leer los programas y atender seriamente los debates que se van a dar. Además, es importante revisar los antecedentes de cada proponente. Algunos son o han sido diputados, presidentes de instituciones públicas, diputados o profesionales liberales asociados a determinados intereses. Eso dice mucho.

Encontrar al o los candidatos que se alejan de nuestros valores e intereses es valioso, pero es fundamental reconocer a los que defienden los mismos. Por eso es necesario seguir la radio, la tele y la prensa sobre todo en materia de entrevistas uno a uno.

A partir de ahí sabremos si quien se ofrece para la presidencia está intelectualmente armado o es un desastre. Veremos si tiene claro lo que quiere o promete lo que queremos oír. Nos ayudará a entender qué tan profundo es su entendimiento de la cosa pública, que es indispensable para gobernar sin tropiezos.

FINALMENTE

Votar a las encuestas es como hacer una apuesta. Escoger a un candidato porque tiene chances es negar nuestro derecho a escoger. Las oportunidades de una persona para ser presidente pueden formar parte del criterio de elección, pero no son el principal. Cuidado con votar a ganar y a no perder, porque por lo general se pierde. Perdemos nuestros intereses, nuestra agenda y la esperanza.

Entonces, antes de votar en contra, a ganar, a no perder; es mejor bajar la velocidad y reflexionar con calma. Una elección no se trata de escoger entre el apocalipsis y un nuevo génesis. Es necesario quitarnos el miedo, bajar las expectativas a niveles realizables y escoger con calma.

Si un candidato o candidata no conviene, simplemente se le hace la cruz sin alharaca. No caigamos en el juego del temor, del odio, de la negación, porque el resultado puede ser lo que queremos evitar.

 

Saúl Buzeta

Advertencia al visitante: Saúl Buzeta Dhighiam es politólogo de formación, comunicador por deformación y necio por naturaleza. Los dedos de la mano no sirven para contar sus obras pues no tiene, mas acostumbra a escribir a hurtadillas artículos de poca monta que gente incauta (en el mejor de los casos) o sin escrúpulos (en la mayoría de ellos) publica sin compasión por el lector. Considérese entonces amable visitante suficientemente advertido sobre lo inocuo de lo que aquí encontrará.

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