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El día de ayer se llevó a cabo el debate de la Unión de Costarricense de Cámaras y Asociaciones de la Empresa Privada, UCCAEP. El encuentro cara a cara entre Carlos y Fabricio Alvarado fue esclarecedor e interesante como ejercicio de comunicación. En rigor, es el segundo encuentro entre los dos candidatos que participan en la segunda ronda electoral. El primero fue en una entrevista de CrHoy el pasado martes.

Hacía rato no teníamos un debate de a dos sin el ruido que implican otras 11 alternativas. ahora pudimos escuchar claramente dos voces.

El escenario

La producción del encuentro fue impecable. El Auditorio Nacional tiene una acústica apropiada y la puesta en escena fue tan neutra como la circunstancias lo permitieron. Fondo negro, atriles de acrílico transparente con biselado al frente y piso gris. Iluminación blanca y tonos azules para dar sobriedad y acentuar la figura de los candidatos, además de dibujar su lugar en el escenario. Probablemente no había otro color secundario y eso jugó a favor de Restauración Nacional. Dudo que haya habido la más mínima intención al respecto.

La temperatura era baja y si no se llevaba abrigo se pasaba un rato complicado. El aire fresco evita que los candidatos suden por el calor de las lámparas. El sudor, además de hacer brillante la cara del personaje y atentar contra la calidad de la imagen, puede ser percibido por la audiencia como sinónimo de nervios.

Dos pantallas gigantes a ambos lados del auditorio permitían ver con más detalle los gestos, el rostro y la postura de cada uno.

No obstante lo anterior, la forma en que se dispuso el escenario favoreció a Carlos Alvarado en la transmisión televisiva. Aclaremos que las posiciones fueron sorteadas. Al quedar más cerca del moderador muchos de los encuadres de la grúa lo dejaron como protagonista mientras hablaba Armando González. Las otras cámaras mantuvieron en cuadro a cada participante en igualdad de condiciones. Una toma muy abierta puede hacer ver más pequeño a un candidato que al otro o un acercamiento de la cámara puede hacer ver detalles de la cara que no necesariamente son deseables.

En esta esquina…

Fabricio Alvarado salió unos minutos antes al escenario. Caminó, saludó a camarógrafos, técnicos y demás familiares mientras sentía el ambiente. Fue una movida muy inteligente para controlar los nervios y tantear como estaba la cancha. Si se iba a llevar algún susto era mejor que fuera por adelantado.

Dentro del podio de Carlos Alvarado había una botella metálica con su logo en un estante. Realmente no tuvo ninguna incidencia por el biselado del podio. Una botella roja con un círculo amarillo quizás habría jugado. Por el contrario Fabricio Alvarado entró con un folder amarillo que lo colocó en el estante. Fue claramente visible el color y ayudó con el azul de su traje.

Carlos Alvarado entró sin un solo papel. Su podio estaba limpio y ordenado. Por el contrario, el candidato de Restauración Nacional entró con el mencionado folder, varias hojas que quedaron desordenadas dentro de este y un lapicero color azul y plateado. El podio de Fabricio se veía desordenado cuando la cámara abría el cuadro.

Esta última diferencia fue simbólica porque el candidato del PAC siempre se mostró claro y seguro, en tanto Fabricio Alvarado trastabilló varias veces a pesar de sus notas.

Saber hablar con el cuerpo

Por lo general prestamos mucha atención a lo que dicen las personas, pero no cómo lo dicen. El manejo de la cadencia de la voz, el volumen, las variaciones de velocidad, la sonrisa, los ojos y las manos hacen que el mensaje llegue bien o mal a destino. Eso obliga al candidato a estar pendiente de lo que se le pregunta, tener clara la respuesta, ordenar las ideas, pensar en la posible respuesta del contrincante y, además, monitorearse permanentemente para saber si lo que dice está acorde con sus gestos. ¡Casi nada! Ah, y responda en dos minutos o uno, según le toque.

Carlos Alvarado

En ese sentido, Carlos Alvarado es el que más gesticula de los dos. Eso no es ni bueno ni malo. Lo que lo hace mejor o peor es el buen uso que hace de esos gestos. Y realmente a veces se pasa. Mueve tanto las manos y hace gestos tan bruscos que obliga al perceptor a poner atención a ademanes que no tienen mucho que ver con lo que dice. A veces atraviesa las manos frente a su cara lo que bloque la vista del televidente. Otras veces mueve los brazos desde la cabeza hasta la rodilla queriendo enfatizar una idea, pero eso afecta su postura y lo encorva. Además de que se percibe sobreactuado.

El manejo de su voz no es el mejor. Habla para adentro, se traga sus palabras. Al no proyectar claramente lo que dice no transmite con claridad y seguridad sus ideas. De repente sube la voz sin enfatizar una idea en concreto. Se apura en tratar de demostrar que sabe y ahí pierde la síntesis de sus ideas. Entonces habla atropellado y cuesta un poco más comprenderlo.

El rostro de Carlos Alvarado parece de piedra. Le cuesta sonreír, establecer complicidades con el auditorio. Está muy pendiente de convencer con las ideas, pero no de seducir.

Finalmente su tic. Cuando está nervioso y pierde la concentración tiene un juego con las manos que acaricia el podio o la mesa donde está. Pasa un dedo para arriba y para abajo, vuelve a ver hacia un costado y se pierde. Lo hizo anoche, el martes en CrHoy y en muchas otras entrevistas. Esas pausas lo pueden traicionar.

El trabajo de los asesores del candidato del PAC no es pequeño porque necesitan trabajarlo a fondo para que su mensaje profundo se haga agradable y cercano. De lo contrario seguirá aparentando ser un académico que quiere llegar de mil maneras a la gente.

Fabricio Alvarado

Desde el otro podio la cosa tampoco es tan alentadora. Fabricio va a todas partes mal maquillado y además en exceso. Es tan evidente que ni Donald Trump se ve tan falso. Y eso es decir mucho. Esto revela un rasgo de la personalidad del candidato en cuanto a su vanidad. No es que esté mal que se maquille, pero si se ven sus fotos con excesos de retoques hace pensar que quiere tapar algo. Ayer la cantidad de rubor en las mejillas para adelgazarle la cara realmente no ayudó. Su equipo tiene que trabajar mucho en eso. Desconozco si la idea es verse bronceado pero parece que tiene carios litros de botox adentro.

La voz de Fabricio es una voz educada, clara, bien impostada y que se proyecta con cristalinamente. No obstante es monótono y en momentos habla alto por períodos prolongados lo que podría fatigar al oyente. No fluctúa el volumen, carece de manejo de ritmo y le falta naturalidad. Años como orador generan virtudes y vicios, nada que no se pueda corregir.

La gesticulación de Fabricio es lo opuesto de su contrincante: rígida, carente de variantes y también un poco desarticulada de lo que dice. Si se lo compara con los videos de sus prédicas es evidente que está dentro de una camisa de fuerza autoimpuesta. En sus charlas maneja muy bien su cuerpo, no así el volumen de la voz.

El lapicero fue su «bolita antiestrés». Cada vez que se ponía nervioso el bolígrafo giraba sin cesar. Igualmente su rostro no pudo disimular los momentos de angustia que vivió cuando no estuvo a la altura de las preguntas. Aunque los gestos de la cara del candidato del PRN son muchos, el exceso de maquillaje lo vuelve rígido y poco expresivo.

Su postura siempre fue correcta y la sobriedad de su corbata celeste lo hizo verse bien.

Báileme este trompo

Cuando inició la sesión de preguntas y respuestas la diferencia entre ambos candidatos fue clara. Carlos Alvarado demostró porqué venía sin papeles. Sus respuestas eran amplias, completas y técnicas. Estaba claro que hablaba frente a una audiencia educada que no lo quiere. Sin embargo, le faltó el componente emocional. Sus respuestas completas e inteligentes, no siempre tuvieron una referencia a la vida concreta de las personas. A pesar de ello no rehuyó a una sola respuesta y ante la acuciosidad del moderador supo responder con contundencia.

Fabricio Alvarado fue ambiguo, omiso y, en algunos casos, quedó en evidencia; como cuando Armando González le tuvo que aclarar dos veces qué era lo que le estaba preguntando. Sus respuestas cargadas de vaguedades y apelando a la empresa privada, la confianza y la unidad no aportaron sustancia cuando se necesitaba. Hubo momentos en que parecía que el debate era entre el moderador y el candidato de Acción Ciudadana.

Fabricio no se preparó. Intentó dos veces meter a la familia en el baile y las dos veces fracasó. Queda claro que si no está la familia en el temario las respuestas siempre serán un palabrerío difícil de comprender.

Mientras Carlos Alvarado propuso toda vez que tuvo oportunidad, el candidato del PRN flotaba usando adverbios, diciendo que el tema era «importante», que «la empresa privada lo podría resolver» o que «tenemos que entrarle a eso». Realmente, tuvo más muletillas que propuestas y eso debe preocupar seriamente a los estrategas de Restauración Nacional porque su candidato demuestra que es monotemático.

Inclusive el candidato del PAC se dio el lujo de robarle una propuesta a Fabricio Alvarado nomás empezando. En la entrevista de CrHoy Fabricio Alvarado de forma certera habló que su equipo «estaba estudiando» la cantidad de personas que se van a pensionar. El otro Alvarado lo madrugó, dio la cifra y, encima, habló de la nueva escala salarial para empleados públicos.

La UCCAEP viene pidiendo a gritos la apertura eléctrica. Y Carlos Alvarado les dijo que «no» con todas las letras, además les dobló la apuesta diciéndoles cómo esperaba ayudar a bajar la factura empresarial. Fabricio Alvarado tiró un dato sobre la tarifa de mediana tensión y, aunque parecía decir que sí, nunca dio su voto afirmativo. Si lo ha dado en privado es una cosa, pero en público se mostró recatado.

Para el cierre

Se habló de muchos temas que alargarían aún más este artículo que alguna vez quiso ser pequeño. De ahí que vamos a hablar del cierre de los candidatos. Fabricio Alvarado sabe cerrar, punto. Carlos Alvarado, no. Fabricio sabe que cierra frente a una cámara, Carlos cree que está en plaza pública. La suerte quiso que el candidato de Restauración Nacional fuera el último y no desaprovechó, pegó sabiendo que no había posibilidad que le contestaran y fue contundente.

Carlos Alvarado aún no sabe que el cierre no es es decir: «Es por Costa Rica». El cierre implica resumir sus fortalezas, matizar sus debilidades y establecer el camino a la esperanza. Mientras no domine eso, Fabricio Alvarado le va a pegar un paseo al final de todos los debates.

Para terminar, el rol de Armando González como moderador fue más que correcto. Supo mantener a ambos toros en el redil y tuvo el sentido de la oportunidad de anunciarles en vivo que la vía rápida para el IVA se había aprobado. Corrigió, habló de frente, pero nunca atacó ni encerró a ninguno. Las preguntas daban para profundizar y dialogar, si los candidatos las desaprovechaban era problema de preparación e intelecto, no de trampas disfrazadas de preguntas.

En fin, un debate lleno de lecciones que nos deja con ganas de más.

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Saúl Buzeta

Advertencia al visitante: Saúl Buzeta Dhighiam es politólogo de formación, comunicador por deformación y necio por naturaleza. Los dedos de la mano no sirven para contar sus obras pues no tiene, mas acostumbra a escribir a hurtadillas artículos de poca monta que gente incauta (en el mejor de los casos) o sin escrúpulos (en la mayoría de ellos) publica sin compasión por el lector. Considérese entonces amable visitante suficientemente advertido sobre lo inocuo de lo que aquí encontrará.

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