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El reciente comentario de Leonora Jiménez sobre Uber y la respuesta del Presidente de la República lleva a pensar sobre el manejo de medios, los nuevos actores comunicacionales y la pauperización de la política.

Saltarse a los medios

De la misma manera que lo hizo Trump durante su campaña, nuevos actores comunicacionales adquieren relevancia según las veces que un mensaje es replicado. No tiene tanto que ver con seguidores o seguidoras, sino con la multiplicación de una idea. Esa idea normalmente es breve, basada en una verdad de perogrullo y pobre de fundamento. Para más referencias los Twits de Trump.

Entonces el mensaje se convierte en «fenómeno» social y es recogido por los medios que lo hacen noticia. Al ser noticia, se legitima, se convierte en un hecho relevante y verdadero. Así fue como Trump se bailó a los medios opositores: haciendo que sus comentarios fueran la noticia, no sus respuestas a los medios.

Algo similar sucedió con el mensaje de Leonora Jiménez. Ella publicó en Facebook y los medios recogieron el mensaje. Presidencia respondió por Facebook. Así la discusión pasó de largo el filtro de los medios, pero estos tuvieron que reportarlo.

El mensaje de doña Leonora

Desde el ejercicio ciudadano de la opinión democrática, Leonora Jiménez salió a defender Uber basada en el «derecho a escoger». El Presidente respondió que su deber es hacer respetar la ley.

El argumento de doña Leonora es equiparar el derecho de un consumidor a escoger con el estado de derecho. Si bien es cierto esta afirmación se cae por sí sola, es el resultado de un esquema ideológico que hace creer que ser consumidor es equivalente a ciudadanía y que el derecho a consumir es un derecho humano. Entonces la democracia se reduce a un acto de consumo por quienes tienen la capacidad de pagar.

Desde esa perspectiva, negar el uso de Uber es negar un derecho fundamental. Peor aún, es atarnos al pasado analógico y alejarnos de la modernidad digital.

Entre vos y yo, pero que lo sepan todos

El Presidente respondió con inteligencia y respeto a un primer mensaje cargado de furia ciudadana consumista. Luego vino una nueva respuesta de la empresaria, pero esta vez Casa Presidencial no entró en el juego. Si bien es cierto, la respuesta inicial le dio entidad a doña Leonora (por el impacto que tuvo en redes) también fue una oportunidad para el gobierno para explicar porqué debe velar por el estado de derecho.

Los medios solo pudieron amplificar un conflicto por el han tomado partido por la democracia consumista. Sin embargo, el manejo de Casa Presidencial evitó que la situación escalara saltando a los medios. En muchos foros el tema de Uber empezó a ser tratado con más seriedad y sin fanatismos.

En ese sentido, fue una oportunidad bien aprovechada por el gobierno que venía perdiendo por goleada en el tema.

La democracia de las redes

Las redes están llenas de falsas verdades, mitos ideológicos y malidicencias que se reproducen como conejos fundamentalistas. Pero también de gente que defiende posiciones con argumentos y de forma respetuosa. Se puede estar en desacuerdo, pero ante todo el contrapunto de ideas puede fructificar. Doña Leonora no fue irrespetuosa y usó argumentos que para ella son válidos. El Presidente supo recoger el guante y evitar enchastrarse en las cloacas de Facebook y Twitter.

Sin embargo, es necesario entender que las redes sociales crean una sensación falsa de conexión con la realidad. Gente que opina a punta de titulares sensacionalistas (sin leer las notas); opiniones de gente piensa igual en todo y descalificación de aquel que piensa diferente. Eso sin dejar de contar las permanentes autoreferencias, anuncios de viajes, entradas a hospitales y memes por cualquier cosa que pase.

Eso afecta la calidad de la discusión política en la sociedad. No se trata de que solo unos opinen, pero sí de que hagamos un esfuerzo por opinar mejor, con más fundamento y menos hígado. La democracia se fundamenta en la diversidad de opiniones, en la variedad de criterios; pero no en el egocentrismo facebuquero. En ese sentido vale ver una película llamada «El Círculo» que aborda este tema de una forma bastante light.

¿Serán las redes sociales las nuevas huestes de un Hitler posfáctico?

 

 

 

 

 

 

Saúl Buzeta

Advertencia al visitante: Saúl Buzeta Dhighiam es politólogo de formación, comunicador por deformación y necio por naturaleza. Los dedos de la mano no sirven para contar sus obras pues no tiene, mas acostumbra a escribir a hurtadillas artículos de poca monta que gente incauta (en el mejor de los casos) o sin escrúpulos (en la mayoría de ellos) publica sin compasión por el lector. Considérese entonces amable visitante suficientemente advertido sobre lo inocuo de lo que aquí encontrará.

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