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Convengamos en que Donald Trump es un niño de 70 años (casi 71) sin límites, impulsivo, ignorante, egocéntrico y manipulador. No tolera la frustración, le teme al fracaso; intimida, denigra y desprecia a cualquiera que no sea él. Intelectualmente es muy pobre, de lenguaje limitado, frases prefabricadas y solo capaz de hablar en superlativo. Se puede ahondar en el tema en estas fuentes: (1)(2) (3) (4).

Sus promesas de campaña, su actitud sobradora frente a los problemas y la descalificación de la burocracia del aparato de inteligencia lo tienen arrinconado frente a una alianza fáctica entre medios y algunas organizaciones de inteligencia. Sus relaciones con la Rusia de Putin, la presunta intervención rusa en las elecciones y el despido del Director del FBI lo tienen al borde del juicio político.

Dicho lo anterior, uno podría preguntarse ingenuamente cómo fue electo. Digo ingenuamente, porque en el mundo y en la historia sobran líderes escogidos por sus pueblos con rasgos similares. Trump es quizás la versión más devaluada de Ronald Reagan y George W. Bush. La diferencia con estos dos, es que Trump no escucha hasta que ya es tarde. Eso, sin dejar de lado que él llegó «solo» al poder, sin un aparato político partidario que le diera respaldo. Luego armó su gabinete con gente básicamente incapaz o con agendas contrarias al puesto para el que fueron designadas. Es un fiel reflejo de cómo maneja los negocios: torciendo la realidad para que se vea como él la percibe.

De cómo ganó Trump o «¡Cómo! ¿Ganó?»

Cuando arrancó la campaña electoral en Estados Unidos, nadie daba un peso partido a la mitad por la candidatura de Donald Trump. Confieso que me provocaba un morboso temor un eventual triunfo suyo, pero lo diluía escuchando a los «analistas» que esta vez erraron un penal frente al Arco del Triunfo.

En la medida en que su candidatura agarraba tracción, se hacía evidente cómo los medios ayudaban en el despegue. Sus constantes exabruptos fueron repetidos por las televisoras, radios y diarios liberales hasta el cansancio. Estos medios quisieron darle clases de moral republicana a un electorado preocupado por subsistir. Ahí estuvo el error convirtiendo a Trump en tema excluyente.

La base electoral de Trump fue abonada durante casi una década por el discurso retrógrado del Tea Party. Una mezcla de fundamentalismo religioso, odio por el otro y una ciega creencia en el mercado, marcó un nuevo sentido común en una parte importante de la sociedad estadounidense. Los demócratas y Obama no tuvieron la cintura política para arrinconar a los «ultraconservadores» en las discusiones trascendentales como la reforma sanitaria. Eso permitió que el sector más reaccionario tomara control del Partido Republicano y de una parte de la opinión pública.

Estos medios cuyo rigor informativo y de opinión hacen parecer a Torquemada como un progresista en la Edad Media, fueron la usina de la derecha xenófoba, neoliberal, misógina, antimusulmana, conservadora y religiosa sobre la que se asentó el capital político de Donald Trump.

Tan efectiva fue que convenció a los electores de votar contra sus propios intereses: votaron odiando el Obamacare.

El Plebiscito

Donald Trump se convirtió en el tema central de la campaña. La elección giró en torno a su figura, a sus twits, a sus ofensas y afirmaciones delirantes. Por eso la elección nunca fue sobre Hillary Clinton. Aunque los periodistas se esforzaban por hablar de la candidata demócrata, el común de la gente se familiarizó con Trump.

Ofreció lo que cualquier demagogo neoliberal ofrece: soluciones rápidas a problemas que no existen, a conflictos creados o problemas que no se van a solucionar porque implicaría pérdidas para sus socios. El «yo puedo porque los otros son inútiles y corruptos» fue reflejo de su personalidad y advertencia de lo que se venía.

Acusó a las empresas de llevarse los empleos afuera (China y México para más precisiones.) Puso a los musulmanes como los promotores del terror y convirtió a Hillary en la defensora de las grandes empresas. Se enfrentó a los medios e hizo un bypass informativo a través de Twitter y sus discursos. Así los condicionó a informar lo que él quería y no lo que estos deseaban.

Mientras los medios exponían sus debilidades más evidentes y lo mostraban como un rifle chocho, la gente empezó a creer en él. Por miedo a ser señalados, sus seguidores se callaron y simplemente fingieron muerte cerebral. Todas las encuestadoras se equivocaron en el resultado excepto una que usó una metodología diferente: preguntarle a la misma gente todas las semanas por quién iban a votar.

Meses que parecen años

Un día sin que Donald Trump no cometa un error, no se desdiga, no ofenda o no destruya su propio andar es como un oasis en el desierto. Su arrogancia mezclada con la ignorancia y la impulsividad lo tienen enfrentado a todo el aparato de inteligencia, al Departamento de Estado, al Departamento de Justicia, al FBI y a gran parte de la burocracia norteamericana. Querer imponer su visión de mundo basada en lo que dice FOX ha provocado corto circuitos por todas partes. Eso sin dejar de mencionar que cada vez más gente duda de su habilidad como presidente. Es decir, está perdiendo su capital político como si se hubiera cortado las venas en asterisco.

Su presupuesto parece escrito por los fundamentalistas bíblicos y neoliberales: bloqueo a la ciencia y a la ayuda social. Además supresión de impuestos a los más ricos que en el caso de una sola familia equivale a EUA$52 mil millones.

Sin embargo, hay quienes tienen la esperanza de sacar a Trump por la ventana. La comunidad de inteligencia le ha mandado advertencias claras: una fue la fuga de datos sobre el atentado de Manchester y la consecuente bronca con Inglaterra que aún hoy debe manejar. Luego vino la reunión con el embajador ruso en la que compartió más información de la cuenta. Esta vez los servicios de inteligencia lo pusieron en evidencia e hicieron ver que se le hizo daño a Israel.

Trump reincide sin temor. Desestabilizó Medio Oriente con la vendeta entre Arabia Saudita y Qatar; empujada por intereses de sus empresas. Ofendió a la esposa del Presidente de Francia y en la Cumbre del G8 pasó inadvertido, excepto que dejó a su hija sentada en la mesa principal en su lugar. En la Cumbre de la OTAN se dio el tupé de regañar a su aliados, algunos de los cuales ya no le tienen respeto.

No cae porque lo sostienen.

Él sabe dispararse en los pies con puntería envidiable. Los correos electrónicos que revelan los contactos entre su hijo mayor y un intermediario que le acercaría datos potencialmente dañinos para Hilary Clinton desde Rusia, son el último de muchos indicios de su relación con la intervención rusa en las elecciones norteamericanas.

La justicia norteamericana está detrás de Trump y los medios opositores le son implacables. Sin embargo, ha logrado mantenerse a flote creando «verdades alternativas» y catalogando de «noticias falsas» aquellas que no comparte. A veces los medios pifian y en ese momento las «noticias falsas» se vuelven realidad. Hoy, la cadena de noticias Fox tiene más audiencia que CNN.

Por ejemplo, esta semana que pasó estos fueron los niveles de audiencia de las cadenas de cable según Nielsen:

Lugar Programa Cadena Rating Miles de expectadores
1 NBA DRAFT L ESPN 2.2 3,425
2 TUCKER CARLSON TONIGHT FOX NEWS CHANNEL 2.2 3,299
3 BET AWARDS SHOW BLACK ENTERTAINMENT TV 2.1 3,833
4 FIVE, THE FOX NEWS CHANNEL 2.1 3,263
5 NASCAR M.E. CUP RACING L FOX SPORTS 1 2.0 3,240
6 TUCKER CARLSON TONIGHT FOX NEWS CHANNEL 1.9 2,927
7 HANNITY FOX NEWS CHANNEL 1.9 2,886
8 HANNITY FOX NEWS CHANNEL 1.9 2,884
9 TUCKER CARLSON TONIGHT FOX NEWS CHANNEL 1.9 2,867
10 TUCKER CARLSON TONIGHT FOX NEWS CHANNEL 1.9 2,805

Estos niveles de audiencia son muy bajos en relación con otros programas. Quiere decir que la gente no solamente no se informa, y quienes lo hacen, lo hacen en Fox. Trump tiene voceros que le responden en CNN con tal descaro que hasta Anderson Cooper pierde el glamour.

Estados Unidos redujo la cantidad de suscriptores de cable en 2017. Por lo que es  probable que la gente se informe en redes sociales, donde abundan las noticias falsas.

Impeachment

Desde hace un mes hay pedidos de juicio político para Trump. Aunque los demócratas empezaron con esa idea, ya hay republicanos sopesando el tema. Sin embargo, para que un juicio político tengan éxito primero la opinión pública debe estar en contra del presidente y, a valor de hoy, Trump tiene fieles seguidores que mantienen sus índices de popularidad en la línea de flotación.

La diarrea twittera

Saúl Buzeta

Advertencia al visitante: Saúl Buzeta Dhighiam es politólogo de formación, comunicador por deformación y necio por naturaleza. Los dedos de la mano no sirven para contar sus obras pues no tiene, mas acostumbra a escribir a hurtadillas artículos de poca monta que gente incauta (en el mejor de los casos) o sin escrúpulos (en la mayoría de ellos) publica sin compasión por el lector. Considérese entonces amable visitante suficientemente advertido sobre lo inocuo de lo que aquí encontrará.

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