Esto pasó hace unos cuatro años.
“Prometen y prometen pero nunca cumplen. Primero dicen una cosa y después terminan haciendo otra y lo peor de todo es que siempre nos vuelven a engañar. ¡Qué estúpidos que somos! ¿Por qué nos dejamos? ¡No vuelvo a votar en mi vida!” – Masticaba lánguida Shirley Patricia, mientras miraba el hueco de 3 metros de ancho, por 4 de largo y 3 de profundidad que hay ahora en su barrio –
Del otro lado de la acera, con el corazón roto Taylor José miraba atónito y pensaba “No se si volver a votar, porque tengo miedo que me engañen otra vez”. Junto a él Carmáiquel Fernando se cabrea por la frustración de no poder votar y sacar a patadas a los que no resuelven lo que a todos perjudica.
“¡Oh qué dolor! ¡Qué espanto! ¿Cuándo parará este descaro?” Dice Josefina la del Minimarket Jennifer diagonal al agujero negro versión Costa Rica. Los primeros días el hueco era un pegue porque venían hasta los de Canal 7 a comprar “llena panzas” mientras transmitían en vivo para la edición meridiana, pero después las cosas se pusieron difíciles porque ya ni los buses paran.
¿Cómo van a parar los buses si tienen miedo de que se derrumbe lo poco que queda de piso? “Jueputa gobierno” espeta uno de los conductores cada vez que pasa. En el gremio han bautizado a la zanja como la “hueconda” porque obstaculiza el paso pero a la vez lo regula: es única.
En el destartalado autobús la gente comenta la barbaridad del tamaño del hueco, cuentan chistes y hasta hablan (porque de ahí no pasan) de hacer algo. Carmáiquel escucha y piensa “Si yo pudiera votar, ni feo le iría a estos cabrones”.
Pero el problema no es solo el hueco mamut, también hay problemas con la línea de buses, con la recolección de basura, el agua y el alumbrado público. Fue entonces cuando algún idiota dijo “Oh ¿Y ahora quién podrá defendernos?” Y de golpe aparecieron 5 candidatos a la Alcaldía dispuestos a entregarlo todo por el cantón y su gente.
Ahora el camino al colegio de Carmáiquel está adornado por una propaganda modernísima que cuelga de los postes de luz en forma de latas rudimentarias invitando a votar por los candidatos. Aparecen lonas a todo color con la cara de los candidatos y el sitio web donde se puede conocer más sobre ellos. Ah, eso sí, no faltan las casas con las respectivas banderas. Mientras tanto, por dentro, el chico desearía arrancar toda esa contaminación visual y canjearla por unas cuantas ideas concretas.
Pero lo que nunca se encuentra es un candidato visitando las casas y exponiendo su programa de gobierno. Lo único que ve son frases fáciles, promesas de Perogrullo e ideas de gobierno de gente que no tiene ideas.
A la noche cuando sale a topar a su hermana, Jennifer Tatiana (que siempre vuelve a la casa muerta del susto porque quizás sea hoy cuando la asalten), lo único en lo que piensa es en cómo fregar a estos fabricantes de palabras vacías.
Unas semanas después sucederá lo inevitable: habrá un ganador. Quizás sea el que tuvo la maquinaria más aceitada. Quizás sea el que logró la bendición del diputado respectivo ó tal vez sea el que ponga más plata. Sin embargo, lo que sí es seguro es que será aquel que se benefició de la masiva indiferencia de sus conciudadanos y de la profunda ignorancia de sus correligionarios.
Pero la verdad no importa, el daño estará hecho y Carmáiquel tendrá que masticar su frustración por cuatro años mientras tiene la oportunidad de votar.
Entonces se repetirá el melodrama. Tres meses de luna de miel, 3 años de odio y un final con ciertas obras para que no se diga nada malo.
CON CÉDULA ES OTRA COSA
Pero esa próxima vez habrá algo diferente: Carlmáiquel Fernando habrá cumplido 18 años y a diferencia de los que le precedieron habrá llegado a una conclusión: “Antes de votar voy a informarme y si no encuentro una opción que me guste tengo la posibilidad de votar nulo. Pero de que voto, voto”.
Carlmáiquel; luego de darse cuenta que hay muchas opciones, pero que ninguna es viable o inteligente o ambas; hablará con sus amigos y compas del barrio y juntos lanzarán una campaña para que quien gane esta vez sepa que lo estarán vigilando: “Páseselos por el Culo: ¡Vote Nulo!” dirá la calca que se pegará en postes, pulperías y demás. Montarán un sitio de Internet (paseselosporelculo.org) para plantear demandas concretas que requieren soluciones concretas y no habladas tercermundistas.
Es que Carmáiquel sabe que no es lo mismo gobernar con el 50% de los 500 viejos que votaron, que gobernar contra 5 000 votos nulos y 250 a favor.
En medio del fin de semana tendrán la oportunidad de hablar con sus vecinos y decir lo que piensan. Quizás la mitad de sus contertulios se asusten porque la política es para los bombetas, pero lo cierto es que la semilla está plantada: Por fin alguien dejó de sentirse víctima y se dio cuenta de cuál era su responsabilidad como ciudadano.
Algún día Carmáiquel será Alcalde, se cambiará el nombre y le escribirán un reguetón con la estrofa “Calmáiquel, ponte jaipel” o quizás no. Quizás haya logrado la revolución política en la conciencia de la gente o quizás no. Pero lo cierto es que la decisión de dejar de sentir lástima por sí mismo y de dejar de esperar a que otros solucionen lo que es su responsabilidad le hizo una persona madura a la que ahora la gente respeta y… los políticos temen.
Originalmente publicado en redcultura.com