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Durante los años más oscuros del régimen nazi la maquinaria de propaganda dirigida por Goebbels ideó un póster con el fin de persuadir a la población alemana sobre la “amenaza judía”. El afiche apenas mostraba una bicicleta y un escueto texto que decía “Los ciclistas y los judíos tienen la culpa de todo”.

La pregunta que muchos, aún hoy se hacen, es “¿Por qué los ciclistas?”. Lo perverso de esta forma de comunicación es que se asume un culpable sin que medie razón. Es un reflejo de la percepción consciente o no del emisor sobre un determinado colectivo o sobre un hecho en particular.

Más grave aún es cuando este estilo de comunicación, por lo general aplicado de forma inconsciente, aparece en los medios de divulgación disfrazado de cobertura neutral de un determinado hecho.

Lo hemos visto en la cobertura que hacen la prensa norteamericana sobre la guerra desatada en Irak y de este lado del Río Grande en las manifestaciones contra el TLC convocadas por diversas organizaciones de la sociedad civil.

A manera de ejemplo podemos citar la portada del martes pasado en La Nación cuando el titular señalaba algo extraordinario: “Sindicatos marcharon en paz” y a renglón seguido venía “Un grupo de manifestantes tomó la avenida segunda en su camino hacia la Asamblea Legislativa para exigir el rechazo del TLC. Las marchas transcurrieron pacíficamente, aunque hubo tres amagos de bloqueos en Cañas, San Carlos y Siquirres. En la capital, el trastorno vehicular fue mínimo.”

Por su parte, ese mismo día otros medios como Diario Extra hicieron un recuento de los problemas que reportó el Ministro de Seguridad. Hay que reconocer que este medio fue el único en informar de la carta que el colega por el lado de los Premios Nóbel, Adolfo Pérez Esquivel, le mandara a Óscar Arias pidiéndole que desista de aprobar el TLC. Eso sí, junto a la nota en la que acusan al PAC de obstruir la aprobación del acuerdo comercial.

La televisión por su parte no se quedó atrás y desde varios puntos filmaba las marchas decía por dónde iba la gente y siempre “por ahora no se han presentado desórdenes o actos de violencia”.

Esta obsesión por ver que no se produjeran incidentes lleva a asumir que la gente que está en contra del TLC es violenta, es de esperar que haga desmanes o le haga algo feo a la estética democrática. Aunque no sea la intención del periodista, eso es lo que queda como subtexto.

Estamos claros que desde los incidentes del año 2001 a raíz del llamado “Combo”, tanto la prensa como la opinión pública han quedado hipersensibles ante la forma en la que se dicen las cosas. De hecho, los medios de prensa hacen las fotos de las marchas a ras de cabezas para que no se diga que quieren perjudicar un determinado interés.

Pero al mismo tiempo están más que atentos a cualquier desmán que venga del lado de los manifestantes. En ese sentido, la portada del miércoles de La Nación con los estudiantes encapuchado jalando piedras en un carrito es bastante reveladora.

No se diga el festín que se dieron los otros medios señalando a los “cabezas calientes” que deslucieron una manifestación que de por sí ya era bastante mal vista por los medios pro TLC.

De hecho el simplismo es tal, que todo el que marcha es “sindicalista”. Es decir, los estudiantes, las personas que tomaron su hora de almuerzo para marchar y los que estaban ahí por su propia voluntad también eran sindicalistas.

En el proceso se ha perdido, probablemente con toda la intención, la discusión sustantiva sobre el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana. Es decir, es más importante concentrarse en las discusiones cliché como si “aquí se defienden gollerías” o si “son los comunistas de siempre los que se oponen al TLC”, que discutir cómo y de qué manera va a afectar al país el mentado tratado.

Es cierto que se han hecho algunos trabajos tipo “El TLC para Dummies” como el que hizo Rodolfo González para Canal 7 hace un par de semanas. Sin embargo, el nivel de la discusión no ha pasado del “Sí” o el “No”, enfrentando a aquellos que quieren el progreso con los que no quieren salir del pasado.

Ese nivel de discusión tan patético elimina la posibilidad de cualquier negociación política dentro del marco del TLC. Si bien es cierto el tratado solo puede ser aprobado o desaprobado, ofrece opciones para negociar por medio de cláusulas interpretativas que ayudarían a conciliar posiciones internas.

Sin embargo, la gran prensa ha redituado únicamente del enfrentamiento no solo por vender más, sino por generar la sensación de caos necesaria para deslegitimar a todo aquel que se oponga al modelo de desarrollo excluyente que campea impune en el país desde hace más de 20 años.

Este es el momento para que los medios de comunicación se replanteen su rol en la sociedad costarricense. Es el momento de informar sobre lo sustantivo del TLC, no de si hay 60 u 80 mociones; es necesario conocer cuáles son las vías de escape; se hace imperativo comprender quiénes son los grandes ganadores de esta negociación; y, sobre todo, investigar si la negociación fue lo cristalina que se dice.

De lo contrario, cada periódico, noticiero de radio o teleinformativo abrirá con una bicicleta y acusando a los oponentes del tratado de ser sospechosamente pacíficos. Al final, cuando venga la repartición de los panes y a los pobres les toque nuevamente las migajas, escucharemos los gritos de lamentos y arrepentimiento de quienes al igual que en los años del nazismo, se hicieron los idiotas a propósito a pesar de saber claramente qué estaba pasando: que ni los ciclistas, ni los judíos tenían la culpa de nada.

* Originalmente publicado en redcultura.com

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Saúl Buzeta

Advertencia al visitante: Saúl Buzeta Dhighiam es politólogo de formación, comunicador por deformación y necio por naturaleza. Los dedos de la mano no sirven para contar sus obras pues no tiene, mas acostumbra a escribir a hurtadillas artículos de poca monta que gente incauta (en el mejor de los casos) o sin escrúpulos (en la mayoría de ellos) publica sin compasión por el lector. Considérese entonces amable visitante suficientemente advertido sobre lo inocuo de lo que aquí encontrará.

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