Desde la reciente revuelta en el Tibet muchas voces se han alzado llamando a boicotear los Juegos Olímpicos en la medida en que China ha demostrado, por enésima vez, lo que estime conveniente para mantener vigente un sistema político y económico que priva al ser humano de la libertad de conciencia, asociación y expresión.
La tortura, los presos de conciencia, los fusilamientos, los negocios oscuros con gobiernos parias como el de Sudán y el control férreo sobre los medios de comunicación e Internet hacen de China una dictadura tan condenable como la de Corea del Norte, Irán o Cuba.
Sin embargo, en política todo se matiza y en el caso de la República Popular China un mercado de trescientos millones de consumidores activos (un 25% de la población) ayuda a que todo se vuelva relativo y que el tema de los derechos humanos se maneje con guantes de seda con tal de no perder acceso a un mercado tan formidablemente grande.
Sin embargo, es importante recordar como en 1978 la dictadura argentina usó el mundial para intentar lavarse la cara ante el mundo y aumentar el nivel de represión interno a partir de un triunfo que aún hoy se cuestiona.
Muchos gobiernos se están preguntando si deben o no asistir a la ceremonia inaugural. La asistencia de los representantes políticos a un evento que será televisado a todo el mundo es una forma de decir que en China todo está bien y que el gobierno comunista del pueblo que no permite que haya sindicatos es uno igual a los demás. Eso es pura hipocresía y falta de coraje.
Si bien es cierto el deporte y la política no se deben mezclar, han sido el Comité Olímpico Internacional (COI) y el gobierno Chino quienes han empezado esta ensalada de ingredientes podridos que pretende hacer «light» las violaciones a los derechos humanos y el crecimiento exponencial de un país a costa de la dignidad de su gente, sin dejar de mencionar cómo la intervención económica directa de China en Sudán le ha bajado la presión a un gobierno genocida que actúa impunemente en Darfur.
Para eso se ha dispuesto de un formidable aparato mediático que solo mostrará aquello que es digno de ser visto. Es decir, la falacia desarrollista china.
HACERLO NOSOTROS MISMOS
En vista de que los gobiernos carecen del coraje y la decencia que por lo general tenemos los ciudadanos, me tomo la libertad de proponer un boicot ciudadano a los Juegos Olímpicos. Por eso, durante la realización de las justas deportivas lo correcto es ignorarlas, pasarlas por alto, no darle puntos de rating a la propaganda política disfrazada de noticia deportiva. En otras palabras, se trata de no seguir por ningún medio lo que pase en las Olimpiadas.
De la misma manera, es importante no participar en ninguna promoción relacionada con el evento y mientras duren las justas no comprar productos de las marcas patrocinadoras de los Juegos. No es una venganza contra ellas, es un claro llamado de atención en el sentido de que antes de buscar la mera ganancia, existen principios humanos que son más importantes.
Esta es la oportunidad de mostrarnos dignos como personas, de demostrarle a los gobiernos para quién trabajan y a quién deben responder.
* Originalmente publicado en redcultura.com