El reciente protagonismo de personajes mediáticos como alternativa electoral abre un nuevo panorama político. El ejercicio de la política como una tensión entre la crisis y el espectáculo vuelve lo increíble en verosímil. Trump en Estados Unidos, Jimmy Morales en Guatemala, Salvador Nasralla en Honduras o Juan Diego Castro y Fabricio Alvarado en Costa Rica; son algunos ejemplos. De propuestas binarias pero sin estructura para armar gobierno estos personajes prometen cambios que nunca llegan, pero las cosas siguen igual.
Al final del día surgen preguntas sobre ¿Quién los controla? ¿Se dejan controlar? ¿Son egos desmedidos? ¿Los grandes intereses económicos los dejan actuar mientras los negocios no se afecten? ¿Quiénes le prestan los cuadros para cargos en el gobierno?
La osadía, la ignorancia y el sentido común
En la cosa pública el sentido común no existe. Lo que para los mortales es una obviedad, para el burócrata es una competencia de tortugas con vallas. El exceso de controles, los intereses creados, la corrupción y la dispersión de poder enfrían cualquier intento de progreso; pero también aseguran un estado de cosas que tiene ganadores.
Los mandos medios tienen un poder de freno inimaginable que ejercen desinformando al jerarca o bien creando crisis donde no la hay. Para lidiar con eso, se necesitan cuadros políticos con experiencia que lo hayan vivido. De otra forma se cae en el desgaste permanente y en la parálisis. Así triunfa el burócrata corrupto. El resultado es lo que nos enoja del Estado y de la política.
Por supuesto que está también esa «gran corrupción» que se nutre de la parálisis estatal para hacer negocios oscuros. La infame «Trocha» y el embarrador «Cemento» son ejemplos del asalto de la burocracia y los intereses privados a la esperanza de las buenas acciones.
Por eso, cuando aparece un personaje blandiendo la varita mágica del sentido común corremos a prestarle el alma como si se tratara de un héroe de película. «Ve y vence a los malos en mi nombre» decimos con renovada esperanza y sin más compromiso que el voto. Porque al igual que en las películas, esperamos que alguien haga lo que nos toca hacer diariamente.
Entonces, el atrevido se lanza sin más paracaídas que sus buenos deseos, la promesa de soluciones instantáneas y el carácter para destruir toda oposición. Es el nuevo mesías hecho candidato que augura una nueva política. Pero ese falso mesías carga con su propia negación. Su osadía llena de desconocimiento enciende almas, al tiempo que tiene los días contados frente al verdadero poder.
Candidaturas de cascarón
La nueva política no es más que un cascarón vacío. Un rostro intrépido, amable, sociable y desenfadado dispuesto a cualquier cosa. Pero un rostro no gobierna, ni tiene todo el conocimiento para hacerlo. Entonces entrarán a funcionar maquinarias de poder bien aceitadas. Al mesías devenido en impotente se le ofrecerán equipos de expertos para asesorarle con la esperanza de manipularlo. Él tomará decisiones «técnicas» que en realidad es la continuación de aquello que juró combatir. Así, se mantendrá un estado de cosas en el que se perpetúa la dinámica de poder, mientras que el mesías cae en desgracia reforzando el «todos son iguales». Son los nuevos candidatos a presidente fusible.
Sin embargo, como todo en la vida, esto no es lineal. Un personaje que llega como la gran esperanza redentora de las masas oprimidas recibe una sobredosis de testosterona en el ego. Eso lo convierte en un tiro al aire. Sintiéndose todopoderoso puede creer que los límites de la física política no le tocan y eso lo convierte en un peligro como Trump. No hay leyes de esta tierra que sean para él. Su misión casi divina le da derecho a todo y más. La nueva política tiene un ingrediente nuevo que es la inestabilidad mental del nuevo presidente. En ese sentido, Trump ha dado cátedra sobre inestabilidad emocional y torpeza política.
Cuando Trump pudo hacer la diferencia nombrando un gabinete que hiciera la diferencia, se entregó al establishment. Sin embargo, logró amalgamar el peor equipo de gobierno de la historia norteamericana, con el agravante de que no escucha.
¿Qué resulta de todo esto?
En Guatemala el pastor y humorista Jimmy Morales entregó sus principios nomás entrando al poder. Hoy está acosado por denuncias de corrupción, la que juró que iba a combatir. Una vez más Guatemala lucha contra un gobierno que le traiciona. A pesar de ello, el modelo económico y de negocio no cambiaron. Hay un tonto útil que morirá quemado en la hoguera popular, pero quienes mandan realmente van a ver el espectáculo por televisión.
La nueva política trae muchas caras bonitas sin nada atrás. Antes, nos quejábamos de las ideas de los políticos; hoy nos preocupa la falta de ideas de los falsos ídolos que se construyen en medios de comunicación que lucran con que la política se vea mal.