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No han pasado 72 horas de la elección del nuevo presidente de Costa Rica y ya hay una horda digital hablando de fraude. La palabra fraude en nuestro medio es el equivalente a una mentada de madre para todo el país. El peso que tiene el ’48 en el imaginario social es tan grande que para hablar de fraude hay que tener la boca bañada en cloro antes de siquiera pensarlo. Sin embargo, en la era de la posverdad torcer la realidad para que calce con las expectativas propias es un deporte de alto rendimiento.

Es lógico y entendible que muchísimas personas se sientan dolidas por el resultado. Tenían expectativas muy altas tanto por encuestas que no han sido aclaradas, como por declaraciones del liderazgo que les hicieron creer que ganarían. No se les puede culpar. Lo que no podemos permitir es que ese dolor se traduzca en violencia por la conveniencia de unos pocos. Hay gente operando en esa frustración para deslegitimar al próximo gobierno.

Si el plan es utilizar a esas personas como ciudadanía encabronada para negar gobernabilidad, no solo es cínico sino que es peligroso.

En la democracia también se pierde

Algunos partidarios de Restauración Nacional fanatizados han estado buscándole una quinta pata a la mesa. El comprensible dolor de la derrota política, se ha convertido en una pérdida moral de grandes proporciones. Se les ha vuelto emocionalmente inmanejable. De hecho, dentro del discurso se aprecia autocompasión, referencias permanentes a la campaña sucia y ser víctimas de odio. Claramente, están esparciendo el mismo odio del que dicen ser víctimas.

Sin embargo, es importante que estas personas consideren la posibilidad de haber perdido. En campaña siempre se dice que se va a ganar, pero perder siempre es una posibilidad. Tener esa claridad es el primer paso para descartar el fraude.

El día de ayer se presentaron irregularidades y denuncias que apoyaban esa tesis. La única medianamente seria fue la de las 50 papeletas marcadas a favor del PAC que encontraron estudiantes en un aula donde estuvo una Junta Receptora de Votos. Luego un profesor filmó las papeletas y le puso condimento para que sospecháramos de que alguien quiso hacer un gol con la mano. Lo cierto es que ya se abrió la tula y se comprobó el error humano (contenido actuañizado). Lo del padrón de Orotina y la diferencia de votantes y votos; fue explicado con claridad.

Poniéndole más sabor

Sin embargo, lo que verdaderamente preocupa es la participación de un cuerpo extraño venezolano. Un audio por WhatsApp de un pastor evangelista que le dice a un correligionario tico que el fraude que hubo en Costa Rica es igual a lo que pasa en Venezuela. Sin entrar a valorar la situación de ese país, comparar al Tribunal Supremo de Elecciones con cualquier otro órgano electoral en el mundo es de una estupidez y una ignorancia de récord mundial.

No contento con la distribución de este audio, otro ingenioso costarricense envía un extenso mensaje con sus conclusiones. Este es el momento de alquilar balcones. Resulta que por lo que él observó hubo fraude. Como él fue a ciertos centros y vio gente que votó con más facilidad que el 4 de febrero… hubo fraude. Como la convención de Liberación Nacional tardó 14 horas en aclararse… hubo fraude. Y como nuestro reportero estrella no vio tantas banderas del PAC… hubo fraude.

El TSE contó en dos horas cerca de 2 millones de votos porque tiene la tecnología y el respaldo para hacerlo. Las experiencias pasadas le han dado el conocimiento para robustecer la transmisión de datos. De hecho, ICE y RACSA reforzaron su estructura para que los «call centers» no tuvieran contratiempos.

El Tribunal Supremo de Elecciones fue calificado como el quinto órgano electoral más íntegro en el mundo. Así que comparar el desastre reconocido por el propio Liberación Nacional con una elección nacional da pena ajena.

Además, el experimentado periodista del audio, cuenta las victorias a partir de las banderas que vio. Parece que no anduvo por San Pedro. Si hubiera estado por el este de la ciudad pensaba que el PAC sacaba el 90% de los votos. No se hacen esas valoraciones a partir de percepciones que no tienen sustento científico y además mandarlas como verdad revelada por WhatsApp.

Lo que verdaderamente encabrona

Algunos malos perdedores están alentando la denuncia de fraude a través de las redes digitales. Lo único que se encuentra en esas denuncias son tautologías. «Si hubo fraude, denúncielo», respuesta: «No, porque el TSE es el fraude». Más aún, Juan Diego Castro, el excandidato del PIN sin presentar pruebas dice que no solo hubo fraude sino que fue un timo. Sería bueno entender ese matiz.

Me pregunto ¿Dónde está Opol explicando su margen de error del 30%? Sus encuestas crearon expectativas altísimas en la gente. Había gente que creía que su candidato perdía por goleada y otra, que está alterada creyendo que ganaba el suyo. Repito ¿Dónde está Opol?

Tengo la clara sospecha que hay gente que desde afuera de Restauración Nacional quiere mantener a ese electorado enojado. Es la forma de deslegitimar al gobierno y al presidente que asumirán el 8 de mayo. Estas personas van por todo y no les importa nada.

Si no hay una reacción clara, contundente y unánime del sistema político esto traerá serias consecuencias. Desde el Presidente de la República pasando por todos los excandidatos y comités políticos deben pronunciarse de una vez. No hacerlo pone en riesgo nuestra democracia y demuestra que hay gente con la calculadora política encendida.

Creer que este es un calenturón de tres días es de una falta de claridad enorme. Aquí hay odio, rencor, y frustración acumulada por años que no se va a ir solita. La nueva Costa Rica que se está construyendo necesita responsabilidad política. Renunciar a ella es abrirle el paso a populistas peligrosos que hacen cálculos que no incluyen elecciones.

Saúl Buzeta

Advertencia al visitante: Saúl Buzeta Dhighiam es politólogo de formación, comunicador por deformación y necio por naturaleza. Los dedos de la mano no sirven para contar sus obras pues no tiene, mas acostumbra a escribir a hurtadillas artículos de poca monta que gente incauta (en el mejor de los casos) o sin escrúpulos (en la mayoría de ellos) publica sin compasión por el lector. Considérese entonces amable visitante suficientemente advertido sobre lo inocuo de lo que aquí encontrará.

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