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Como en el fútbol, en la política siempre se necesita un 5 que responda y marque al oponente.

Desde hace ya varias administraciones, ninguna ha tenido un o una operadora política de fuste. Por el contrario, quienes han encabezado los ministerios de la presidencia y comunicación han tenido ciclos de vida bastante cortos. Eso ha impedido tener un Ejecutivo fuerte y con visión de largo plazo. Cada Asamblea Legislativa es más compleja que la anterior y, cada vez, existen minorías más numerosas con la que es extremadamente difícil negociar.

Si a eso se le agrega que la mayoría de las y los diputados se sienten protocandidatos a la Presidencia de la República, es lógico pensar que manejar la relación Ejecutivo – Legislativo es como arrear gatos con un pito en La Sabana.

A eso hay que agregar la aparición de grupos de poder económico que se sienten empoderados como para imponer su visión de mundo. Grupos que hasta hace unos años se conducían con respeto a las formas, pero que hoy golpean la mesa como un niño sin límites.

El 5 que tanto se necesita

Pensando en términos futbolísticos de la región, al gobierno le falta un 5. Pensando en una formación 4 -3 -3, es quien traba el avance del oponente en la media cancha, recupera la pelota atrás o sube a apoyar el ataque. Es esa persona que si tiene que pegar, pega. Pero tiene estilo. Pega se da a respetar sin que se note el agravio. Cuando tiene que meter la pata tiene criterio para que no le saquen la amarilla. No entra a matar, busca recuperar la pelota y luego la iniciativa en el juego.

Una vez con la pelota, levanta la vista y sabe dónde tiene que jugarla: si va hacia atrás para dar salida o directamente abre juego con el ocho y de ahí al 10. A veces, abre la cancha de una vez haciendo el pase a los laterales (7 y 11) o sino va derecho al 9 para hacer el gol.

En términos políticos se necesita alguien que ataje los golpes con respuestas inteligentes, que tenga la iniciativa de volver útil a un compañero o compañera de gabinete o simplemente que prepare el terreno para que el Presidente se luzca. No es el 10 que arma el juego, pero deja la cancha despejada para que el cerebro del equipo haga su magia.

Un 5 no es cualquiera

Para jugar de centrocampista o volante (de 5) se requiere entender que se juega para el equipo y que la gloria individual será de alguien más. Adelantarse a lo que piense el oponente, neutralizarlo y resolver cómo se va a llegar al otro campo en un tris. Pero ante todo es una pieza de sacrificio. Obedece ciegamente cuando hay una línea táctica que ejecutar. De lo contrario, es un hacha sin mango.

En política es igual. Tener a alguien con capacidad de responder rápido a los ataques de la prensa o la oposición es obligatorio en cualquier gobierno. Contesta, desvía la atención y lanza la agenda del Ejecutivo hacia adelante. Podemos detestarle, odiarle con todo nuestro ser; pero ese es su trabajo distraernos de nuestra idea y ponernos a pensar en la suya, la del gobierno. Solo es leal al proyecto político.

Sin embargo, de unos años para acá se ha asumido una falsa prudencia para que el Ejecutivo “gobierne” sin generar rispideces. De lo contrario, los medios hablan de autoritarismo y la oposición llora por la ausencia de diálogo: una violencia política subyacente que paraliza al país.

Hoy hay miedo de hacer política y de “lastimar al oponente”. Resulta que quienes deben defender no pueden hacerlo porque se le puede romper una uña al oponete. Y si eso sucediere no hay quien controle los daños en la prensa ni la pachucada derivada del roce. Y eso pasa por la falta de cintura y experiencia política. Amén de no tener claro qué se quiere hacer y cómo se va a hacer.

Eso ha quedado patente en la “discusión” del “Plan Fiscal Reloaded” que presentó el Ejecutivo para llegar a un acuerdo con el FMI. Se sabía desde abril que los impuestos iban a tener que subir y que entre más rápido se actuara sería mejor. Sin embargo, un artículo de opinión pidiendo solidaridad para los ricos volvió a poner a la defensiva a un gobierno flojo de visión.

11 colgando del tubo

En el discurso del 8 de mayo, el Presidente de la República tuvo todo el espacio para marcar la agenda. Pero el disparo salió desviado por el poste de cáñamo derecho. Es cierto que de forma profiláctica la oposición gritó “no más impuestos” pero ¿Dónde estaba el Ministro de Hacienda, el de la Presidencia y la de Comunicación pidiendo alternativas a una oposición a la que no se le cae una idea ni poniéndola de cabeza? Tenía toda la legitimidad para pedir lo que quisiera en ese momento de la pandemia y lo dejó escapar. No hubo ni un 10 que pensara en la estrategia de largo plazo ni un 5 que parara el fuego preventivo.

El gobierno decidió terminar el partido con un vagón de tren atrás tapando el arco. Pero el partido no terminará empatado. Ni siquiera va a terminar. Porque cuando la pandemia llegue a su fin no va a quedar ni la cancha, ni mucho menos un estadio donde alguna vez se jugó. Y quien sabe cuántos jugadores habrán salido de cambio.

No solo es técnica. Es experiencia

La ministra de Planificación no tiene capacidad de vocería. No juega ni para adelante ni para atrás. Responderle a Randall Rivera la grosería del “nos clavan” (en referencia a los impuestos) con un “Sí”, demuestra que está resignada a no tomar la iniciativa. Ese era el momento para parar al periodista en seco y darle una lección de ética y comunicación.

Ocasionalmente Mendez Mata entra en escena para crear algo de peligro en el área rival. Pero como Álvaro Saborío se cuida de que no lo lesionen y aparece cuando la defensa contraria está distraída. Mientras, Daniel Salas fue el 8 que acompañó al 5 imaginario, ahora juega de defensa porque ha corrido lo que nadie en la cancha.

Y el 5 natural, el Ministro de la Presidencia, cada vez que le pasan la pelota la manda a cualquier lado sin saber bien lo que hace.

Por eso cabe preguntarse, ¿Quién piensa la política junto al presidente? Porque si la situación del país no se arregla en un plano multidimensional, vamos a reventar por los aires. Y ahí sí, sin sistema político de pie, sin actores políticos maduros que le bajen las revoluciones a las frases fáciles ¿Quién creen que va a gobernar dentro de dos años?

 

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Saúl Buzeta

Advertencia al visitante: Saúl Buzeta Dhighiam es politólogo de formación, comunicador por deformación y necio por naturaleza. Los dedos de la mano no sirven para contar sus obras pues no tiene, mas acostumbra a escribir a hurtadillas artículos de poca monta que gente incauta (en el mejor de los casos) o sin escrúpulos (en la mayoría de ellos) publica sin compasión por el lector. Considérese entonces amable visitante suficientemente advertido sobre lo inocuo de lo que aquí encontrará.

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